RIVALIDAD
Ya no me importa que despuntaras mi lápiz preferido. Tampoco que te chivaras a la señorita Amparo de que copié el examen. Lo del pisotón en mis zapatos nuevos estuvo mal, pero ya pasó. No gastaste la paga que nos daba mamá durante semanas para comprarle aquel balón de cuero a Nico. Mis cómics no eran nada comparados con tan buen regalo. Los tiré a la basura y no fui al cumpleaños. Sin embargo, y pese a que aún me enrabia recordarlo, también te lo he perdonado. ¡Anda, abre los ojos y levanta, que no te he hecho tanto daño!
Ya no me importa que despuntaras mi lápiz preferido. Tampoco que te chivaras a la señorita Amparo de que copié el examen. Lo del pisotón en mis zapatos nuevos estuvo mal, pero ya pasó. No gastaste la paga que nos daba mamá durante semanas para comprarle aquel balón de cuero a Nico. Mis cómics no eran nada comparados con tan buen regalo. Los tiré a la basura y no fui al cumpleaños. Sin embargo, y pese a que aún me enrabia recordarlo, también te lo he perdonado. ¡Anda, abre los ojos y levanta, que no te he hecho tanto daño!
Para escuchar la grabación podéis pinchar aquí. La lectura comienza a partir del minuto 54:24.
Enhorabuena, Lola. Llevabas tiempo sin aparecer por tu reino...
ResponderEliminarSe acabó ya para los demás??
Un abrazo, grande. Grande tú. El abrazo, apretao.
Enhorabuena, Lola. Has descrito muy bien el rencor con el que algunas personas (desde niños) hacen su segunda piel. Y sobre la incapacidad de perdonar.
ResponderEliminar¡Enhorabuena, Lola!
ResponderEliminarUn microrrelato que juega con nosotros, con los personajes y con la situación. Al final nos engañas a todos, o quizás no.
Me gustó con que sencillez se cierra y te golpea.
A seguir así.
Abrazos.
Gracias, rey moro, el tuyo se extiende hasta los confines del teatro.
ResponderEliminarEs cierto, Ximens, algunas a algunas personas se las come el rencor por dentro.
Me gusta coger de vez en cuando la llave inglesa y dar una vueltecita más de tuerca, Nicolás.
Triple de besos.
Un himno a una hermandad realista.
ResponderEliminarBRAVO.
Llevaba tiempo queriendo acercarme hasta tu blog y esta tarde, por fin, llegué hasta aquí y, tras leer plácidamente un rato buenos textos, he decidido que me reservo un butacón (con tu permiso, claro).
ResponderEliminarEnhorabuena por todos esos premios, sin duda merecidos.
Un abrazo bien grandote, Lola.
Enhorabuena Lola.
ResponderEliminarUna vez más me sorprendes con un relato que en primera lectura no comprendía porque buscaba una doble lectura escondida. Después me he dicho que lo que he captado de primeras es lo que vale. En la vida se pueden dar varias vueltas a la tortilla y pasar de torturado a torturador y viceversa.
Besazo.
Pues fíjate Lola, que aunque es una historia que transpira rencor, yo
ResponderEliminarcreo que su verdadera alma es,como
dice el título, la rivalidad. Más propia
entre hermanos, y con la que tan iden
tificado me he sentido recordando mi
infancia exceptuando ese posiblemen-
te dramático final.
Me ha encantado Lola.
Un abrazo.
Los niños tan crueles. Talmente como la vida.
ResponderEliminarAsí es, Carlos, la rivalidad entre hermanos existe al igual que el cariño.
ResponderEliminarAcabo de colocar una butaca bien cómoda por aquí para que puedas leer a gusto, Isabel. Bienvenida.
Juan, tú le das a veces demasiadas vueltas a los relatos y, efectivamente, son bien sencillos.
Claro, Salvador, todos los que tenemos hermanos sabemos lo que es la rivalidad, sin llegar al extremos.
O se les va sin querer la mano, Luisa.
Puñado de besos a repartir.
Quizás deba enmendarme, Lola y trabajar la brevedad.
ResponderEliminarMe digo que las cosas y entre ellas la escritura, son sencillamente buenas, o no lo son. Y que el resto solo intenta dar salida a la emoción del lector.
Esta este relato me deja a merced de la emoción y el k.o. final. Espléndido.
Comenzaré otro día mi propósito de enmienda.
Nada de enmendarte, querida Cora, que a mí me encanta que dejes fluir lo que sientes.
ResponderEliminarAbrazos sin mesura.
Enhorabuena Lola. Este micro va "dejando caer" los detalles sobre los que se alimentaron los celos y el rencor con suavidad, para acabar frente a la tragedia de lo que no tiene vuelta atrás.
ResponderEliminarUn abrazo,
Gracias, Yolanda.
ResponderEliminarAbrazos a pares.
Y encima que le perdona, no se quiere levantar... Mira que es rencoroso, el hermanito...
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Los hay que son muy suyos, Amando.
ResponderEliminarDoble de abrazos.
Merecidísimo ganador, felicitaciones van.
ResponderEliminarAdmirado abrazo
Mil gracias, Patricia.
ResponderEliminarPuñado de besos.