Fotografía tomada de la red. |
Todos los años, unos días antes de Navidad, mi madre compraba un pollo vivo que metía en el chiscón de la cocina, con un palo atravesado para que se subiera y estuviera cómodo durmiendo. Mi hermano jugaba con él mientras le daba el trigo en la mano y cuando lo veía de plato principal en la cena de Nochebuena, se negaba a comerlo y no dejaba de llorar. El año en el que se estuvo preparando para hacer la Comunión, además de trigo, le daba lecciones del catecismo y el día antes de Nochebuena le ungió con un mejunje la cresta, le echó agua bendita, que dijo haber cogido de la iglesia, y le dio la absolución. El pollo amaneció muerto y mi madre no se atrevió a ponerlo en la cena. A partir de entonces, no volvió a traer nada vivo a casa.
Yo tampoco lo hubiera hecho...
ResponderEliminarMuy bueno tu relato
Abrazos.
¿Agua bendita para un pollo?
ResponderEliminarGlups, que diría un cómic.
Un abrazo.
Ese se ha ido al cielo de los pollos.Tiene mucha ternura y ese punto final un pelín inquietante. Me gusta.
ResponderEliminarConfío en que no le parezca mal que me pase por su blog a intentar aprender algo de su maestría y comentar desde mi ignorante humildad.
Saludos.
Yo tampoco me comería nada que hubiese estado vivo en casa...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Un micro de denominación de orígen Sanabria, Doña Lola. Supongo que a esto es a lo que se refiere el Maestro Jeditor cuando habla de "voz propia".
ResponderEliminarMuy, muy bueno.
Abrazo,
No sé, no sé, habría que verse con el runrún de tripas,Aniagua. Bienvenida al blog.
ResponderEliminarÚltimamente creo que son los únicos que van al cielo, La Tierra se está poniendo imposible, Barlon. Por supuesto que puedes quedarte por aquí. Encantada.
¿Ni esa langosta que apenas da coletazos, Rosa?
El Maestro Jeditor anda en otras galaxias, Pedro; yo, ni idea de lo que quiere decir con eso.
Abrazos a repartir.
¡Que divetido es tu micro, me ha arrancado más de una sonrisa! Me ha encantado.
ResponderEliminarBesicos muchos.
El micro esconde un no sé qué que me da miedo y a la vez me atrae.
ResponderEliminarNo me extraña nada que amaneciera muerto después del catecismo y el mejunje. Esa frase final de cierre es magnífica.
Tiene un dinamismo, una velocidad en la narración tal que me ha pasado en un minuto por delante todos los años de catequesis y los pollos de Navidad. Casi me atraganto.
Ya te lo dije en Madrid, tenías que darme eutanasia ya.
Abrazos de pollo.
La verdad que antes éramos un pelín desconsiderados, nos comíamos a la mayoría de las mascotas, o ahora un poco remilgados, no se ... Un abrazo Lola
ResponderEliminarMe alegro de que te haya hecho sonreír, Casa.
ResponderEliminarYo también le veo un punto de escalofrío en el cogote, Xesc. En cuanto a lo de la microquedada, que sepas que me lo pasé genial contigo. Y que sepas que me encantan tus micros de la Antología. Cuando nos veamos otra vez te prometo darte matarile. Por éstas.
Antes, Salvador, había pocos manjares que llevarse a la boca. Veíamos un pollito correteando por el corral y ya lo imaginábamos en la cazuela como Carpanta.
Abrazos madrugadores.
La cosa anda tan jodida que ya se suicidan hasta los pollos. Abrazos, besos.
ResponderEliminarY si no los eutanasiamos, Agus.
ResponderEliminarAbrazos al cubo.
Tal vez por ser un bicho de ciudad grande, jamás se me ocurriría llevar ningún animal vivo para luego matarlo y comerlo, no podría.
ResponderEliminarAh, sí, es un relato, perdón, me deliré.
Abrazos.
HD
Ojos que no ven, corazón que no siente, Humberto.
ResponderEliminarAbrazos madrugadores.
Estoy casi seguro de que esto ha ocurrido en tu infancia. Cuando te leo este estilo tan tuyo, siempre me queda la duda, Milola.
ResponderEliminarUn abrazo. Gordo, claro.
El casi es lo que no te da la razón, Miguel Ángel, pero me encanta que me digan que tal o cual cosa me ocurrió porque muestra la verosimilitud del relato.
ResponderEliminarTriple de abrazos.
Aplaudo la maestría con la que logras sumar ansiedad a un micro inquietante desde su comienzo.
ResponderEliminarAbrazos temblorosos, Lola!
Las prácticas religiosas, Patricia, son de lo más inquietantes, tú lo has visto.
ResponderEliminarDoble de abrazos.