Tomada de la red. |
Toño es tonto, tonto. Lo dice papá. Tengo diez campanillas, diez. Y Toño no debe tocarlas. Lo dice papá. Lo dice. Todas en formación de mayor a menor. La de levantarme suena tilín, tilín. La de la comida tilón, tilón. Para los deberes, tulín, tulín. Cada una con su sonido. Su sonido. Toño se llevó la de los juegos y dejó el hueco. Lo dice papá. Cuando las repasé con mi mano derecha, a las ocho en punto de la mañana, estaba el hueco. El hueco que llena un pájaro negro que picotea y picotea por dentro. Lo dice papá. Yo nunca veo un pájaro. Yo doy puñetazos a las puertas. Mamá tiene la cara mojada y papá dice que Toño es tonto, tonto. Buscan la campanilla. Me siento en el sofá. Me balanceo. Balanceo. En el suelo hay cuatrocientas rayas. Toño no está. La campanilla de los juegos tampoco. Una raya es más ancha. Más ancha. Una baldosa está rota. Está rota. Tengo ganas, muchas ganas de pegar un puñetazo a la puerta. La puerta se abre. Es Toño, el tonto. Tu campanilla de los juegos, dice. La cojo. No, no es mi campanilla de los juegos. La tiro al suelo. Grito. Mamá y papá vienen corriendo. Levanto el puño. Voy a pegarle al tonto. Es Toño, es mi hermano el tonto. Me doy el puñetazo. Papá me sujeta las manos con un abrazo. No me gusta que me abracen. Espera. Espero. Se me va pasando. Toño rompió mi campanilla de los juegos. Toño me compró otra. No es igual, pero me iré acostumbrando. Lo dice papá. Mamá viene y me da un beso. Un beso. Me limpio la cara con la manga de la camisa. Papá hace sonar la campanilla de la merienda. La merienda.
Un texto muy Matute, esos niños tontos tan listos a los que se quiere más que a los listillos, que son más tontos y repelentes. Un abrazo, Lola, me ha gustado mucho, mucho.
ResponderEliminarEs impresionante la formidable construcción de personaje que logras en este micro, Lola. Cómo consigues hacernos sentir el padecer de este niño autista que sufre sin conocer las razones.
ResponderEliminarMe has dejado boquiabierto.
Un abrazo lleno de admiración.
Una voz muy difícil, una apuesta muy valiente. Conmovedor, como siempre.
ResponderEliminarAbrazos con piel de gallina.
Es un texto que emociona, que se perfila y adquiere volumen en el contraste entre registro infantil y la historia que uno intuye detrás, con esa voz distinta. Y digo distinta, tú ya sabes por qué. Espléndido, Lola.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Hay otros mundos olvidados, difíciles de entender y ante los que la sociedad corre un tupido velo. Este es uno con el que una familia puede fortalecer más sus lazos o llegar a la desesperación. Tu puesta en escena es loable y nos pone ante la cruda realidad. Se nota mucho el ambiente laboral donde te ganas la vida.
ResponderEliminarBeso enorme.
La voz del muchacho autista me parece muy lograda. Como en el Curioso incidente del perro..., te metes en el personaje y sientes las campanillas, la seguridad de la rutina y luego la desesperación, el balanceo, la distancia del mundo exterior...
ResponderEliminarMe ha parecido bordado.
Un abrazo y simplemente decir que, ahora que he vuelto, espero poder seguir disfrutando de tus buenas historias, como siempre.
Abrazos
Me encanta cómo utilizas los sonidos en este relato, Lola. Ya no solo con lo "tilines" sino con las repeteciones de las acciones que cada sonido refleja. Me ha encantado. No pierdes forma, Lola. Qué grande eres!
ResponderEliminarDe esos repelentes he conocido unos cuantos. De los otros, bastantes ¡y bien que nos reímos juntos!, Manu.
ResponderEliminarPedro, sufre como cualquier ser humano por aquello que le afecta. Cada uno de nosotros tiene sus agujeros negros.
Como dice el lema de un concurso, todos somos diferentes, Agus.
El mundo es un lugar donde nos movemos seres de toda índole, Juan. Quien quiera aislarse, allá él, yo apuesto por lo complejo que siempre enriquece.
Bienvenido, de nuevo, Xesc, seguiremos bordándonos unos a otros la mantelería de relatos.
¡Qué bien que retomes esto de los blogs, Maite! Tus elogios siempre son de altura.
Abrazos a repartir.
Me dejaba tu piel de gallina, Susana. Sí, siempre es difícil, al menos para mí, abordar un tema donde se puede caer con facilidad en la mermelada pringosa.
ResponderEliminarDoble de abrazos.
Precioso, precioso, lo que uno va descubriendo, precioso. Las repeticiones, la simpleza, el ritmo. Qué bueno. Y maravilloso ese pájaro negro que él nunca ve.
ResponderEliminarUn abrazo, Lola,
Ufff Lola, que visual!!! Me gusta mucho mucho, su sonoridad y la delicadeza con la que nos lo cuentas.
ResponderEliminarBesos admirados desde el aire
Muchas gracias, Miguel Ángel. Sí, hay todo un mundo por descubrir.
ResponderEliminarGracias, mil, Rosa. Las campanitas suelen sonar bien.
Par de abrazos.
Te leo de vez en cuando, pero no dejo comentario porque ya tienes unos buenos seguidores y me da apuro repetirme. Pero este relato, chica, es buenísimo -como muchos otros tuyos-, buenísimo. Enhorabuena.
ResponderEliminarAdemás de la historia, dura y profunda, admiro la capacidad de meterme en la piel de otros personajes, adoptando su lenguaje y pensamiento, totalmente convincente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Peke, tú pásate y deja los comentarios que quieras, que si las repeticiones son como esta que has dejado, yo, encantada.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya convencido, Carlos.
Doble de abrazos.
Un relato que marca y deja huella.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Vendré si me lo permites a disfrutar de tus letras.
Besicos muchos.
Dejar un comentario. Lo dejo.
ResponderEliminarDar un abrazo. Lo doy.
Comer un plátano. ¿Contigo?
Y yo disfrutaré de tus comentarios, Casa encendida.
ResponderEliminarA ver si es verdad. Lo de comer un plátano conmigo. Tú mucho decir y prometer, como un presidente extinto de gobierno, pero nada de nada, Alberto que no de Mónaco.
Abrazos a pares.
¡Eh! a lo de comer un plátano me apunto. Y de paso te felicito por este hermoso texto y esa manera de contar y darle voz a los que la mayoría de las veces no vemos ni somos capaces de entender.
ResponderEliminarBesitos
Y si no son plátanos, manzanas. Y quien dice manzanas, sidra. El caso es quedar, Elysa.
ResponderEliminarTriple de besos.
Veo una ira o envidia en Toño a la sobreprotección del hermanito desvalido y una malinterpretación de este último.
ResponderEliminarBesos, Lola
Lo que tú veas en el micro, es lo que vale para ti como lector, Tor.
ResponderEliminarAbrazos dobles.