Fotografia tomada de la red. |
Tenía el cuerpo pequeño, comía poco y andaba a saltitos. Por eso, y porque en clase se distraía siguiendo el vuelo de los pájaros a través de la ventana, lo apodaban “gorrión”. En todas las familias hay un vago y en ésta eres tú, dijo su madre cuando lo expulsaron del colegio. Entonces se ofreció a José “el rata” como espantapájaros, por un cuenco de arroz y un jergón en el cobertizo. Pasaba los días en mitad del sembrado, cubierto de pájaros. Un atardecer de primavera, dejó de hablar, movió los brazos y desapareció junto a una bandada de vencejos.
Me encantaría desaparecer volando con una bandada de vencejos, perfecta huída. Mientras seguiré por aquí.
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Todos soñamos con poder escapar volando alguna vez. A tu personaje no le quedaba otra. Igual ni se enteraron de su desaparición.
ResponderEliminarBesos
Este micro me ha generado mucho ternura, Lola.
ResponderEliminarTremendamente visual, me enternece en la medida en la que veo a tu personaje como víctima y me alegro por su huida.
Gran micro.
Un abrazo,
No entiendo que le contratasen de espantapájaros, parece evidente que no valía para esa profesión, que más bien la iba a disfrutar (¡eso no es trabajo!) y, claro, pasó lo que pasó, lo mejor que podía pasarle, y además con una bandada de vencejos, genial, eso es saber.
ResponderEliminarQué bonito, Lola, me ha gustado mucho este cuento de estilo clásico. Y enhorabuena por tu crónica sobre Praga, que no he podido comentarte antes por una serie de problemas. A mí me gustó mucho la ciudad, pero pasé un frío que llegaba a los huesos. La cerveza, estupenda (pibos creo que decían). Besos.
ResponderEliminarEs una idea que me voy a puntar para algún momento de mi vida en la que quiera volar lejos : tengo el sombrero de paja, y unos pantalones al uso. Si me ves volando con unas palomas ...seré yo. Los vencejos creo que van más rápido. ;)
ResponderEliminarLo has descrito perfectamente, tanto que me he sentido volando.
Un beso Lola y un abrazo.
Me apunto a tu vuelo, David.
ResponderEliminarEs lo más probable, Araceli, oída la madre.
Yo también me alegro, Pedro, de que pudiera escapar.
Por un jergón y un cuenco de arroz, el rata no creo que se molestara en hacerle una prueba para el trabajo, Luisa.
Espero que hayas solucionado esos problemas de los que hablas, Manu. Estamos otra vez volando por aquí.
Yo me he comprado unas alas de pega a ver si funcionan, Laura.
Mil besos.
Magnífica imagen la del niño espantapájaros, y no menos ese quiebro final, que más que una huida es una victoria, seguro. Crítica sin fisuras al miedo al extraño, al distinto, tan recurrente en nuestro tiempo.
ResponderEliminarVoy a ver si me pongo al día, que será un placer.
Abrazos, besos.
Eso sí que fue liberador. Excelente, excelente, Lola... Un beso!
ResponderEliminarVienes con las pilas puestas, Agus. Comentario de altura.
ResponderEliminarGracias, Sandra por tus excelencias.
Doble de abrazos.
Creo que todos hemos conocido niños así. Este relato merecería estar entre los cuentos que leíamos de pequeños. La libertad de la diferencia.
ResponderEliminarUn abrazo, querida Lola
Muchas gracias, Elena, guapa.
ResponderEliminarAbrazos a puñados.
Entre los diferentes se tienen que entender y lo mejor ese vuelo que para mí es una victoria. Hermoso, Lola.
ResponderEliminarBesitos
Yo también lo veo como una victoria, Elysa, muy bien lo has expresado.
ResponderEliminarBesos volados.
Eso es lo más apropiado cuando el entorno no te comprende. Levantas el vuelo y no te dejas llevar por la corriente.
ResponderEliminarMuy lindo.Besos.
Y ojalá que puediéramos volar en esas circunstancias, pero tenemos los pies sobre la tierra, como mucho un leve despegue. Suficiente para vivir con otros aires.
ResponderEliminarAbrazos más que lindos.
Es que a veces uno nace en el cuerpo equivocado, y no es fácil cambiar de vida. O no tienes alas, que es peor.
ResponderEliminarAbrazos, Lola.
Y liberarse de trabas tiene su precio, Miguel Ángel.
ResponderEliminarAbrazos volados.
Muchos queremos alas y queremos volar, pero no siempre el viento va a favor.
ResponderEliminarUn beso.
Hay que mirar al cielo y estar atento a los cambios, Carlos.
ResponderEliminarBesos ligeros como plumas.
Recuerdo muchos momentos en los que quise desaparecer, como el "gorrión", cuando era pequeño. Echa a volar tu imaginación y sigue ofreciéndonos estas historias tan bellas. Un abrazo.
ResponderEliminarFrancesc Barberá
Gracias, Francesc. Echaré el vuelo a ver si cae algo.
ResponderEliminarBesos volados.
Qué bella metáfora esta muerte a la vida a ras de tierra, para poder volar allá donde te llame el corazón.
ResponderEliminarUn abrazo
El vuelo que te hace remontar y llegar hasta donde tú deseo te lleve, claro que sí, querida Cora.
ResponderEliminarAbrazos y besos volados.