Tomada de la red. |
Llovía a cántaros y había olvidado el paraguas arriba. Dudé en el portal. De once de la noche a siete de la mañana, ese era el acuerdo. Estornudé varias veces. Cogería un buen catarro. Miré el reloj: sólo pasaban algunos minutos. Volví al ascensor. Al llegar al sexto, entraron en la cabina los primeros sonidos de patas serradas y alas frotándose. Cuando se detuvo en el octavo, el ris-rás ensordecedor, ahogando el llanto de un niño, clavó mis pies en la plataforma. No iba a arriesgarme a perder un alquiler tan bajo. Pulsé el botón, las puertas se cerraron y se puso otra vez en marcha hacia abajo. Salí a la calle con un viejo periódico abierto sobre mi cabeza.
Inquietante micro, Lola, que junto a una sonrisilla jugando en los labios, me deja una sensación de angustia, de un horror innominado que se aproxima. Extraordinaria conjunción!
ResponderEliminarAbrazos
Y sobre todo, Patricia, el yo paso de líos de quien comparte piso.
ResponderEliminarTriple de besos.
Perturbador, Lola. Este micro logra involucrar al lector en la historia a través de sus silencios, de todo lo que queda soterrado, de lo que dejas implícito.
ResponderEliminarUna historia que nos da miedo por su trama, pero también por su fondo. Cada vez somos más como tu protagonista, miramos hacia otro lado con el único fin de salvar nuestro culo.
¡menuda sociedad! (o debería decir suciedad?)
Un abrazo,
Pues yo pensé en una mantis gigante pronta a comerse a un niño, o tal vez, una invasión de blátidos; esto último me gusta más.
ResponderEliminarBuen micro enigmático, Lola.
Abrazo fuerte.
Un escena muy inquietante por la actitud impersonal del protagonista, acorralado entre "asuntos que no le conciernen" y que apenas están a la altura de la lluvia o un catarro.
ResponderEliminarMe encanta la foto del tipo verde, debe ser la cara que he puesto yo al leer lo de las patas serradas.
Besos
Pelo ¿los líos no elan colientes de agua?
ResponderEliminarTerrorífico,turbador, angustioso. Espero que de ciencia-ficción.
ResponderEliminarLola, qué rabia que tus relatos no nos dejen impasibles y despreocupadas:)... (no serían relatos tuyos)
Un beso super-real.
Metáfora del sálvese quién pueda que surge en estos tiempos... afortunadamente también hay salvémonos todos...
ResponderEliminarBesicos
Alquiler por horas, para un micro que me deja la intriga o la sospecha de lo que ocurría al frotarse las alas...
ResponderEliminarLa incertidumbre y el desasosiego del protagonista me dejan pensando en las veces que no queremos mirar pos si acaso nos salpica.
Un abrazo Lola. Inquietante como dice Patricia.
¿Y dormirá tranquila la noche siguiente? :))
ResponderEliminarGran micro, Lola. Para despertar una imaginación tenebrosa.
¡Saludos!
Yo he compartido pisos, puede ser... muy dificil; pero esto es otra cosa.
ResponderEliminarPor muy mal que esté la cosa, yo salgo corriendo de ahí y listo. Mucho miedo.
Lo soterrado es mucho más peligroso porque no lo ves venir, Pedro.
ResponderEliminarMe has puesto el vello como escarpias, Mónica, con esa invasión de blátidos.
Hay epidemia de tipos verdes, Susana.
Tú sí que eres un liante de cuidado, Alberto. Te voy a dar yo una corriente tipo latigazo eléctrico.
Me alegro de que no te haya dejado impasible el micro, Petra.
Eso creo yo, Ro, que aún hay esperanza.
Tiempos modernos, Laura.
Eso me pregunto yo, Sergio.
Cierto, Luisa, algo así debe dar mucho miedo, pero se puede hacer algo más que correr.
Salvaje, sin concesiones. El hombre siempre fue un lobo para el hombre que decía áquel, y más en estos tiempos. Pero lo importante es cómo lo dices, con ese tono aséptico, entre la lluvia.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Pertubador e inquietante. ¡Venga ahí queda eso! La imaginación del lector hace el resto.
ResponderEliminarBesitos
Los lobos creo que se respetan más, Agus.
ResponderEliminarClaro, Elysa, la imaginación del lector pone la guinda.
Par de abrazos.
Inquietante por lo que cuentas, por lo que no cuentas, por lo que imagino...
ResponderEliminarBravo.
La imaginación se puede disparar más allá de los límites de un micro, Carlos. Me alegro de que éste te haya dejado espacio para imaginar.
ResponderEliminarAbrazos al cubo.
Inquietante, axfisiante, espanto puro.
ResponderEliminarUna vez más me dejo acelerar el pulso por tu tu imaginación exploradora de fantasías, pesadillas ¿realidades?
Pretendía pasar de largo, dejar a un lado el desasosiego ¡pero me sigue pudiendo tu capacidad para transformar las palabras en una amenaza interna y personal del lector!
Jolines, Lola, la crisis empuja a algunos aceptar situaciones extremas. No quiero yo imaginarme con quíen comparte piso. Cuando acabas el micro empieza realmente la historia. Un beso.
ResponderEliminarLa crisis, Mar, abarca todos los ámbitos.
ResponderEliminarAbrazos a mogollón.
"Espanto puro", estas dos palabras que tan bien has utilizado, querida Cora, definen a la perfección el relato.
ResponderEliminarAbrazos infinitos.
Un micro que dice más por lo que calla que por lo que cuenta, muy inquietante, con cierto regusto Poe. Besos.
ResponderEliminarLo que más espanta es el ris-rás ahogando el llanto del niño, Lola. Bueno, eso junto con la foto que has escogido, y que sigo viendo si cierro los ojos...
ResponderEliminarUn abrazo, Lola.
Poe, nada menos. Gracias, Manu.
ResponderEliminarSí, a mí también me deja como el hielo.
Abrazos a pares.
Inquietante, como bien dicen por ahí arriba. Quizá sin la sugestión de la foto mi mente hubiera volado por otros caminos.
ResponderEliminar¡Me encantó!
Lucas, tú camina por donde quieras, la foto es puramente de adorno.
ResponderEliminarAbrazos de bienvenida.