Fotografía tomada de la red. |
Escuchaba sus explicaciones desde una nebulosa negra, y veía su nuevo matrimonio quebrarse en mil pedazos, igual que una tacita de porcelana. Dijo que necesitaba ayuda y dio la cifra para mantener su silencio. Miró el olivo con sus raíces metidas en la bolsa de plástico. Luego el hoyo y la pala hundida en la tierra. Calculó la profundidad. A fin de cuentas él ya estaba muerto.
Lola, es un relato rural en el que los intereses del matrimonio, y sospecho que económicos, prevalece al amor. A veces una mancha de mora no se quita con otra.
ResponderEliminarAbrazos de campo.
Tienes un dominio excelente entre lo que quieres contar y cómo hacerlo. Hoy me sorprendes llevando el peso de una historia, casi sin quererla contarla, hasta las tres últimas frases, donde todo se precipita, como cuchillos afilados. Bravo.
ResponderEliminarAbrazos.
Me gusta la intensidad de los sentidos que late en el texto: la nebulosa, la tacita añicos, la pala cavando la tierra... y todo lleva hasta un final terrible, críptico.
ResponderEliminarEspectacular.
Abrazos
Ese olivo parece esconder algo más que raíces...
ResponderEliminarUn abrazo.
Vuelvo luego. Toy espeso.
ResponderEliminarMuy bueno, Lola, podría ser un nuevo génro: "Terror rural". Besos.
ResponderEliminarLola, magistral tu micro. Tiene todos los ingredientes calculados, medidos. Dosificas al máximo, ¡insinuando tanto!...Lo he leído tres veces. Me parece un arte, tu hacer. Son bofetadas de información que siempre te cogen desprevenida.
ResponderEliminarUn beso.
Un bigamo. Un chantaje. Desde luego, ningún tema se te resiste. Me ha encantado el detalle del olivo, tan abundantes en mi tierra. Y sí, va a caber en el hoyo, te lo digo yo. Un beso.
ResponderEliminarParece que ella, Nicolás, se va a quitar la mancha cortando por lo sano.
ResponderEliminarComo cuchillos afilados, buena definición del micro, Agus.
Sí que lo es, Susana. Críptico, quiero decir.
Entre las raíces también anidan los gusanos, Carlos.
Aquí te espero, Tor, comiendo un huevo.
Insinuar, no explicar, dicen los cánones del relato, Petra. Me alegro de que lo hayas visto aquí.
Y en la mía, Mar. Un árbol precioso que puede enterrar miserias.
Abrazos a repartir.
Ese oliva que bien va a estar plantado en el hoyo adecuado. Se ve mucha historia en todo lo que no cuentas.
ResponderEliminarBesitos
Y bien profundo, por si los zombies.
ResponderEliminarAbrazos, muchos.
PD. Espero que te hayas recuperado.
Joer, Lola es que todo es real. Terror rural que dice Manu. Como dices sin nombrar. Eres terrible
ResponderEliminarDa la sensación, Lola, de que este relato lo has pespuntado para que lo acabe de coser el lector. Hay que ser muy buena modista de relatos para hacer algo así.
ResponderEliminarUn abrazo.
Terrorífica diría yo. Cuando me pongo, me pongo, Elena.
ResponderEliminarBueno, bueno, Miguel Ángel cómo sabes de costura. Pespuntear para que lo acabe de coser el lector. Preciosa metáfora.
Abrazos a dúo.
Jope, Lola, me ha costado, pero ha merecido la pena :)
ResponderEliminarMe gusta lo de "terror rural", es un relato impresionista, si te alejas se ve y si te acercas puedes examinar cada pincelada.
Abrazos
Así que has utilizado la técnica de mirar un cuadro, Anita. Muy ingeniosa. Me alegro de que al final vieras las pinceladas.
ResponderEliminarAbrazos pictóricos.
Excelente micro.
ResponderEliminarAprovecho para comunicarte que tu blog figura entre mis cinco preferidos para el premio Liebster blog.
Fuerte abrazo.
Ahora si. Tremendo.
ResponderEliminarBesos.
P.d. ¿Estaba rico el huevo?
Gracias, Yolanda.
ResponderEliminarMe alegro, Tor de que lo hayas cogido. ¿Y de qué huevo hablas?
Doble de abrazos.