Tomada de: lasfotosmasalucinantes.blogspot.com |
Siempre que mira a su niño moviendo la pasta en forma de mariposa que cubre su boca, la vida la sorprende. Recuerda su extrañamiento ante ese deseo incontrolable de empujar y el milagro de descubrir a un ser vivo, diferenciado de ella, con respiración propia, mirada para reconocer las cosas, sufrimiento ante el frío o el calor y un instinto de supervivencia que le llevó a chuparse la mano para calmar el hambre.
Con una mano mueve el cochecito mientras con la otra echa dos cucharadas de margarina en una sartén puesta al fuego. Dos más de harina y un poquito de leche. Remueve despacio. Su niño llora, se le ha caído el chupete. Le mete la tetilla rematada en alas azules y vuelve al movimiento de ambas manos. “La madrugada de un domingo cualquiera, Raquel se levantó de la cama...” Inicia un relato que le ronda en la cabeza desde que se despertó. El Para Elisa suena en su pecho. Aparta la sartén y pulsa yes mientras se acerca el móvil a la oreja.
-¿Qué haces?
- Una bechamel para las croquetas de la noche.
-¡Ah!
- ¿Y tú?
- Aquí, aburrido, en la oficina.
- Ya. Oye, perdona pero, si no es nada urgente, te dejo que se me va a echar a perder...
- ¡Hale, venga, qué prisas!
Devuelve la sartén al fuego y sigue echando leche y removiendo con la cuchara “... se vistió intentando no hacer ruido y con el bolso en una mano y los zapatos en la otra, fue al armario del pasillo y lo abrió con mucho cuidado para sacar la bolsa de viaje que había preparado aquella misma mañana...” Esta vez la música sobresalta a su niño que escupe el chupete y vuelve al llanto. Se lo mete en la boca y , mientras atiende la llamada, mueve el cochecito.
- Que mira, que estaba pensando que podíamos ir a picar algo al bar de abajo. Así no tienes que hacer nada.
- Bueno, ya veremos. Tengo la pasta casi terminada...
- Como quieras. Yo era para que descansaras.
- Cuando vengas hablamos que ahora estoy ocupada.
-¡Vaaaale!
- A la nana, nanita, nanita ea, mi niño tiene sueño, bendito sea-, canta. Incorpora jamón picadito en la bechamel, lo envuelve, vierte la pasta en un plato hondo y lo deja enfriar. El niño duerme. Se acerca y aspira el olor a bebé, luego empuja el cochecito fuera, lo lleva al salón, abre el cajón del aparador y coge el mantel. “ Sacó la cadenita, giró el picaporte y abrió la puerta. Estuvo varios minutos mirando el rectángulo de luz del ascensor, sin decidirse a dar los pasos que atravesaban el umbral de su rutina...” Pone los cubiertos, los vasos, las servilletas. Trae la panera. Todo está preparado. Va al baño, sube la tapa, se baja las bragas hasta las rodillas, pone los codos sobre los muslos, sujetando el mentón con las dos manos y siente el placer salir a chorros. El móvil cuelga del cuello. Vuelve Para Elisa.
- ¿Qué haces?
- Meando, joder, meando.
Se levanta, coge un trocito de papel higiénico, se limpia, echa el móvil al water y luego tira de la cadena.
Con una mano mueve el cochecito mientras con la otra echa dos cucharadas de margarina en una sartén puesta al fuego. Dos más de harina y un poquito de leche. Remueve despacio. Su niño llora, se le ha caído el chupete. Le mete la tetilla rematada en alas azules y vuelve al movimiento de ambas manos. “La madrugada de un domingo cualquiera, Raquel se levantó de la cama...” Inicia un relato que le ronda en la cabeza desde que se despertó. El Para Elisa suena en su pecho. Aparta la sartén y pulsa yes mientras se acerca el móvil a la oreja.
-¿Qué haces?
- Una bechamel para las croquetas de la noche.
-¡Ah!
- ¿Y tú?
- Aquí, aburrido, en la oficina.
- Ya. Oye, perdona pero, si no es nada urgente, te dejo que se me va a echar a perder...
- ¡Hale, venga, qué prisas!
Devuelve la sartén al fuego y sigue echando leche y removiendo con la cuchara “... se vistió intentando no hacer ruido y con el bolso en una mano y los zapatos en la otra, fue al armario del pasillo y lo abrió con mucho cuidado para sacar la bolsa de viaje que había preparado aquella misma mañana...” Esta vez la música sobresalta a su niño que escupe el chupete y vuelve al llanto. Se lo mete en la boca y , mientras atiende la llamada, mueve el cochecito.
- Que mira, que estaba pensando que podíamos ir a picar algo al bar de abajo. Así no tienes que hacer nada.
- Bueno, ya veremos. Tengo la pasta casi terminada...
- Como quieras. Yo era para que descansaras.
- Cuando vengas hablamos que ahora estoy ocupada.
-¡Vaaaale!
- A la nana, nanita, nanita ea, mi niño tiene sueño, bendito sea-, canta. Incorpora jamón picadito en la bechamel, lo envuelve, vierte la pasta en un plato hondo y lo deja enfriar. El niño duerme. Se acerca y aspira el olor a bebé, luego empuja el cochecito fuera, lo lleva al salón, abre el cajón del aparador y coge el mantel. “ Sacó la cadenita, giró el picaporte y abrió la puerta. Estuvo varios minutos mirando el rectángulo de luz del ascensor, sin decidirse a dar los pasos que atravesaban el umbral de su rutina...” Pone los cubiertos, los vasos, las servilletas. Trae la panera. Todo está preparado. Va al baño, sube la tapa, se baja las bragas hasta las rodillas, pone los codos sobre los muslos, sujetando el mentón con las dos manos y siente el placer salir a chorros. El móvil cuelga del cuello. Vuelve Para Elisa.
- ¿Qué haces?
- Meando, joder, meando.
Se levanta, coge un trocito de papel higiénico, se limpia, echa el móvil al water y luego tira de la cadena.
Pues fijate que se me ha hecho corto, que me resultaría más real con más tareas,... no quiero ni pensar qué quiere decir algo así.
ResponderEliminarTambién, fastidiate, hasta he pensado: "pero qué poca paciencia la tía esa"
Tengo comido el cerebro??? Estoy bien??? No, creo que no.
Me he quedado un pelín asustada de todo eso que he pensado, un pelín bastante y algo así como una preocupación.
Un beso, Luisa
Creo, Luisa, que estamos tan acostumbradas a tocar varios palos a la vez que no me extraña que cocinar y atender a un bebé al mismo tiempo, además de las llamadas de móvil, te haya resultado poca tarea para la protagonista.
ResponderEliminarMil abrazos de mujer.
Esta es, Lola, la mejor imagen que he visto hoy de la "mujer trabajadora", esa que se merece un homenaje.
ResponderEliminarEste es un micro tan visual y tan bien escrito, que es una gozada. Especialmente destacable el rigor con que has elegido el plano semántico y cómo has ficcionalizado una situación que estoy seguro que firmarían como autobiográfica muchas mujeres escritoras.
Mis aplausos, Lola.
Un abrazo,
Bonito homenaje el tuyo, Pedro. Muchas gracias.
ResponderEliminarAbrazos universales.
Lola, aquí se hace bueno eso de que las mujeres sois capaces de hacer varias cosas a la vez y una más de propina. Un buen homenaje para el día de la mujer trabajadora.
ResponderEliminarMe ha recordado mucho a mi madre este relato.
Abrazos admirados.
Que las mujeres podemos hacer varias cosas a la vez, está más que demostrado, Nicolás. Unas tienen unas habilidades y otros otras.
ResponderEliminarBesos variados.
Se supone que a lo largo de la mañana ha limpiado la casa, ha puesto una lavadora, la ha tendido, ha planchado, ha cambiado varias veces los pañales del bebé, le ha dado la teta o el biberón... ¿sigo?
ResponderEliminarMuy bien ejecutado este micro, Lola.
Aplausos para ti y todas las mujeres que en alguna etapa de nuestra vida ejercemos de eficientes mujeres multitareas :-)
Abrazos.
Lo bueno de estar "aquí, aburrido en la oficina", es que da tiempo para pasearse por los blogs y leer estos micros :)
ResponderEliminarMuy bueno, Lola.
¡Saludos!
Un relato muy dinámico que nos enfrenta a una realidad demasiado asumida y, sin embargo compleja. Me ha gustado el inicio sobremanera y la parte en la que un micro bulle en la mente de la protagonista mientras elabora las croquetas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ainssss Lola que recuerdos, de niños pequeños, cochecitos en la cocina con un pie moviendo el coche y con las manos la comida, papeles y fregadero todo a un tiempo...Los móviles todavía no estaban en su apogeo pero tenías que ir hasta el teléfono fijo y dejar todo a medias...También tenía ganas a veces de coger la puerta y salir corriendo.
ResponderEliminarGrande Lola... Besazos desde el aire
Qué buen relato, Lola! No me tientes con la idea de tirar el celular por el inodoro, por lo menos para tachar una de las tantas cosas que hacemos a la vez! Saludos especiales en este día!
ResponderEliminarBonito homenaje, made in Lola. Este relato lleva tu sello inconfundible, esa poesía cotidiana y desalmada que sólo tú sabes impregnar a los retazos de la realidad descarnada, convirtiéndolos así en destellos. Genial.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Digno homenaje a mucha gente. El estrés mata lo que somos...la ceguera del mundo, también.
ResponderEliminarTrascendencias aparte, me gustó el desarrollo.
Un abrazo.
Me ha recordado un poco a mí. Yo también tengo ganas de echar muchas cosas al water y tirar de la cadena. Joder. Me ha gustado mucho tu homenaje. Es muy realista, pero tierno. Destila pequeños detalles que nos hacen patente una situación que viven muchas, todas las mujeres. Yo también escribo mientras cocino, hago los deberes con mis hijas, o hablo por teléfono, trabajo, limpio... A veces cogería la puerta y no volvía, te lo juro.
ResponderEliminarTu cuento es un gozada. De bien escrito y de bien sentido. Un beso.
Precioso homenaje, sobre el texto, qué decir, costumbrista y con una descripción exquisita de cada realidad dibujada con el puño firme de la letra que refleja una realidad interna, íntima y dura. Una mujer para todos intentado ser también para sí misma. Decisión acertada cortar al menos una de las ramas. Espero que encuentre ese momento para ser simplemente ELLA.
ResponderEliminarCuando las pequeñas tareas se van sumando, acaban resultando una gran tarea. Me ha gustado este relato del día a día. Besos, Lola.
ResponderEliminarNo recuerdo la sensación de hacer únicamente una cosa, siempre a pares, como poco y encima están dando vueltas en la cabeza de una las otras dos o tres mil cosas que quedan por hacer. Si se te olvida alguna, apuéstate algo a que era la más urgente...
ResponderEliminarEl texto es bárbaro, desde luego, pero no sé si me gusta.No me ha gustado mucho mirarme desde fuera, jeje
Un beso
Me gustó mucho el micro; creo que no es necesario poner muchas tareas para que se transmita el cansancio de ocuparse de mil cosas a la vez y nunca tener tiempo para ella.
ResponderEliminarEl relato cuenta de forma excelente esa realidad, con un dejo de humor y otro poco de cansancio (no físico justamente).
Felicitaciones.
Un fuerte abrazo desde el sur.
Pd: ¿Qué estás haciendo?, jaja.
Ah, los niños pequeños, y la familia que requiere, y esas ganas de hacer algo más que no cesa!
ResponderEliminarY el hartazgo y otra vez el amor, y...
Y que así y todo vale la pena
Un beso de una mamá a otra.
Eso se da por descontado, MJ, ha dado una vuelta completa a todo.
ResponderEliminarMe alegro de que tu aburrimiento oficinil te haya traído hasta aquí, Sergio.
Está asumido, Yolanda, aunque no tanto como creemos. De vez en cuando viene la hartura.
Alguna ventaja tenía que traer a las multiusos, los teléfonos móviles, Rosa.
Si te sirve de desahogo, tíralo unas cuantas veces, total, ahora casi te los dan gratis con tal de que consumas en llamadas, Sandra.
Realidad descarnada y destellos, qué bien aúnas el barro con el oro, Agus.
Creo, Carlos, que cada vez tenemos más sentidos embotados.
Un poco de paciencia, Mar, que solo es cuestión de tiempo y pequeños grandes pasos cotidianos el que te encuentres mejor.
Sí, Maite, es interesante imaginar lo que pasa en el interior de una persona mientras realiza tareas de forma mecánica por sabidas.
Tú, Manu, sabes bastante de estas pequeñas tareas que se acumulan y pesan lo suyo.
Cuando lo que se muestra en el espejo no es de nuestro agrado, no nos hace ninguna gracia, Alma, estoy de acuerdo.
Ahora mismo estoy pensando en que debí pelar ajos para rehogar el lacón con grelos, mientras te escribo, Juan.
¡Qué vitalidad, Patricia! Yo a veces lo que tenía eran ganas de tumbarme a la bartola, cara al sol y con un mojito, y que me entrara la modorra. Ni más ni menos.
Abrazos múltiples.
Lola, este lo conozco.
ResponderEliminarTengo recuerdos de leerlo cuando no te conocía (fijo que ganó algún concurso que yo decía, ya es´ta aquí la Lola Sanabría otra vez ;))y de que me gustó, como las acciones que se van narrando apuntalan el andamio del relato, lo enmarcan por así decir.
Abracico
Vuelves a poner tus reales sobre la vida a cuatro manos de una mujer madre-cocinera-escritora y... telefonista, con esa minuciosidad que deja oler con ella el aroma a criatura mientras fragua la historia de una Raquel y prepara unas croquetas que dan ganas de arrebatárselas cada vez que su chico la toca el Para Elisa.
ResponderEliminarNo podía acabar la historia, claro sin algún desahogo, líquido y placentero en este caso y mandando la tecnología punta a darse un paseo por las alcantarillas.
Un buen comienzo lector: El mío, digo, para este sábado de primavera.
Mi gratitud.
Qué buen homenaje, Lola. Sobre todo me gustan esos detalles tan tuyos, como cuando la protagonista huele al bebé... Es un texto muy lleno de vida, y de vida de verdad.
ResponderEliminarAbrazos
No, mi niña, no ganó ningún concurso, pero sí que lo pudiste ver publicado en otro lugar, y leerlo en privado porque te lo envié, Ro.
ResponderEliminarCora, querida, las multitareas son nuestra especialidad. Y el olor a bebé, como todo el mundo sabe, se huele nada más entrar en una casa, cómo no iba a meter esa madre las narices en el de su bebé. En cuanto al desahogo, como bien dices, es eso, un desahogo muy placentero por mi parte gamberra. Te las sabes todas.
Captas tú también lo del olor a bebé, señal de que sabes de qué te hablo, Susana.
Trío de besos.
Me suena mucho todo este principio, Lola, es posible que ya te lo haya leído? Pero lo recuerdo con otro final. No sé. De todas formas, sea como sea, me ha encantado, como casi todo lo que escribes. Yo trabajo rodeado de mujeres, y no escriben, pero todo el resto me es de lo más familiar. Y sobre todo, in situ, la capacidad que tienen de estar con los ojos y los oídos en todas partes, las tías.
ResponderEliminarAbrazos, Lola
Claro que lo has leído, en otro foro. ¿Recuerdas, Miguel Ángel?
ResponderEliminarAbrazos agradecidos.
Con el paso del tiempo se da uno cuenta de la de veces que se me ha pasado considerar y comprender lo que tu protagonista tenía que aguantar y que a tí tambien te representa.
ResponderEliminarY mira que nos queda aún camino a los hombres para asumir de hecho una verdadera igualdad.
Elocuente y educativo este texto.
Besos.
Jejeje, me encantó, Lola. Las tareas de la casa, el bebé, un marido 'demasiado' atento (por no decir pesado, pobre) y, en medio, la fantasía de evasión, la libertad interior, disfrazada de relato en ciernes.
ResponderEliminarA más de una de tus lectoras les ha debido resonar esta escena como algo vivido, y me incluyo.
Un fuerte abrazo
Nunca es tarde si la dicha es buena, dice el refrán, Juan. Lo mejor para comprender estas cosas es vivirlas aunque sea una cuarta parte de ellas.
ResponderEliminarYo creo, Mónica, que somos unas cuantas las nos vemos representadas, si no del todo, si en parte.
Dúo de abrazos.
Buen retrato, Lola de muchas mujeres. Me he identificado con este texto aunque sé que no soy la única.Me gusta la manera en que has entrelazado su historia y la que está en su cabeza.
ResponderEliminarBesitos
La mujer es como una muñeca rusa, contiene muchas dentro que van saliendo a través de actos, de imaginación...
ResponderEliminarAbrazos, muchos, Elysa.
Me encantó, Lola, salvo la primera frase, que no me acaba de convercer. Hacía muchos que no pasaba por aquí, Lola, estaba liado con las croquetas.
ResponderEliminarNo sé si con las croquetas, pero con pañales, seguro.
ResponderEliminarCuatro abrazos y un beso.