A pesar de las calas y del fuego de la chimenea, el olor espantaba a nuestro perro y el calor no devolvía el color a sus mejillas, pero papá no se decidía. Le prometió asegurarse bien antes de enterrarla. Se le ocurrió a Lolo. "A mamá le gustaba el almendro”. Cada uno eligió un lugar del jardín y la huerta: el pozo, la tomatera, las petunias... Cuando papá volvió de ahogar sus penas en vino, ya estaba hecho.
jeje, Lola, vaya la onda macabra que desplegaste. Un microrrelato tirando para el negro de humo, con toques escabrosos. No apto para sensibles e impresionables.El título, genial. Abrazo fuerte, Lola.
Los niños son así. Capaces de la más terrible ternura. El mundo de la infancia que tan bien describes, es como ese paraíso salvaje, indómito, que se pierde a medida que la civilización nos educa. Genial.
Una historia macabra pero llena de amor, Lola. Curiso, ayer acabé un micro, en el que también incluí la palabra "cachitos". Me ha hecho gracia, no es muy común (la palabra digo, hay muchas cosas que me hacen gracia).
Me parece muy bien; para muestra hace falta un botón,,, así que bien basta una parte del ser querido. Y aquí sin dudas hay muchas partes, así que hay mucho amor.
Un micro muy sembrado Lola.
ResponderEliminarBesos desde el aire
jeje, Lola, vaya la onda macabra que desplegaste. Un microrrelato tirando para el negro de humo, con toques escabrosos. No apto para sensibles e impresionables.El título, genial.
ResponderEliminarAbrazo fuerte, Lola.
¡Qué valor el del padre!, ¡qué entereza!. ¡Qué forma has inventado para asegurar lo que no tiene remedio...!.
ResponderEliminarOriginalísimo Lola. Si tuviera 99 palabras te quedaría de cine en el concurso de 99. ¿Te paso la dirección?.
Un besote.
Los niños son así. Capaces de la más terrible ternura. El mundo de la infancia que tan bien describes, es como ese paraíso salvaje, indómito, que se pierde a medida que la civilización nos educa. Genial.
ResponderEliminarAbrazos, disfruta del finde.
Empuñada con amor, no tiene por qué ser cruel la motosierra.
ResponderEliminarUn cachito.
Una historia macabra pero llena de amor, Lola.
ResponderEliminarCuriso, ayer acabé un micro, en el que también incluí la palabra "cachitos". Me ha hecho gracia, no es muy común (la palabra digo, hay muchas cosas que me hacen gracia).
Abrazos a borbotones.
Me parece muy bien; para muestra hace falta un botón,,, así que bien basta una parte del ser querido. Y aquí sin dudas hay muchas partes, así que hay mucho amor.
ResponderEliminarMe encantó la ironía, un fuerte abrazo.
Auch!!! Lo leí dos veces para asegurarme de que lo que había entendido la primera vez, era lo correcto.
ResponderEliminarEl título: otra joya.
Aplausos espluznados
Es lo que tienen los niños: cuando los obligas a ser ordenados, es peor.
ResponderEliminarBesos sonrientes (me gusta tu lado macabro).
Tremendo Lola, pone los pelos de punta y dibuja una sonrisa en la cara. Muy tuyo, muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo
Sembrado de trocitos de carne, Rosa.
ResponderEliminarDe vez en cuando su poquito de negrura, Mónica.
Llegas tarde, Laura. Ya participé.
Me gustó lo de terrible ternura y paraíso salvaje, Agus.
Sobre todo si pones lubricante, Alberto.
Es una palabra que se escuchaba mucho en mi casa. "Dame un cacho de pan", le pedíamos a mi madre, Miguel Ángel.
Claro, Juan, hay que repartir.
Un poco gore sí que es, Patricia.
Ya sabes Susana, que para que un niño haga algo le tienes que ordenar lo contrario.
Paloma, una vez muerto, qué más da lo que hagan con el cascarón vacío.
Cachitos de abrazos para todos.
Un micro tan bueno como pertubador, Lola.
ResponderEliminarNo podemos menos que subrayar la sutileza con que nos dibujas una escena terrorífica. El uso de la inocencia infantil, magistral.
Un abrazo,
Eso es amor, buscando sus lugares favoritos. Me gustó desde el título hasta el final.
ResponderEliminarBesitos
me gusta como muestras esa crueldad, esa infancia, ese ambiente...
ResponderEliminarBesos.
Eso quería, Pedro, perturbar, me alegro de haberlo conseguido.
ResponderEliminarAmor filial, sí, Elysa.
Yo creo, Carlos, que ellos no lo ven como crueldad. Los hijos, digo.
Trío de abrazos.
Es humor negro y costumbrista lo que leo aquí, y este lo bordas también.
ResponderEliminarAbrazos
Mi abuela y mi madre eran excelentes bordadoras de sábanas blancas, yo he tirado para el negro por aquello de llevar la contraria, Ro.
ResponderEliminarPuñado de besos de este mundo.