21/12/11

PERFECCIÓN

Fotografía cogida de la red



Papá gritaba a mamá y mamá lloraba a gritos. La abuela mojaba en silencio el ovillo de lana con lágrimas. Yo la ayudaba a devanar la madeja mientras soñaba con que de mayor tendría una buena familia. Trabajé duro y gané mucho dinero. Conseguí un buen marido y un buen hijo. La niña aún la tengo a prueba. Es rebelde y no hace siempre lo que le digo. Sin embargo no me decido a devolverla.

29 comentarios:

  1. Es que quien siembra vientos recoge tempestades. Muy cruel, muy bien escrito.

    FELIZ NAVIDAD.

    ResponderEliminar
  2. ¡Uf! ¡Que duro!

    Me has traído a la mente el sistema americano (americano de EEUU) en que puedes devolver al niño/a sin muchas explicaciones. No soy capaz de entenderlo.

    En el fondo de tu relato flota el concepto de que todo maltratador crea otro maltratador.

    Genial, Lola, como nos tienes acostumbrados.

    ResponderEliminar
  3. Qué tendrá esa niña rebelde para que no se quiera deshacer de ella aunque estropee su familia perfecta?

    Me ha gustado mucho como mojan las lágrimas de la abuela el ovillo...

    Te deseo unos días llenitos de besos, mimos y risas, muchas risas...

    Besos desde el aire

    ResponderEliminar
  4. Lola, a los hijos no se le puede cambiar, las cigüeñas no aceptan devoluciones. Muy tierno y familiar este micro.
    Felices fiestas por anticipado o no tanto.
    Besos navideños.

    ResponderEliminar
  5. Una pieza dura, en la que el afán de perfección nos muestra una condición humana - y una sociedad -deshumanizada. Pese a la escena que describes, sin duda, extrema, intuyo una serie de rasgos que caracterizan la futilidad de nuestro tiempo. Y eso tiene un mérito enorme. Buena crítica, otra vez.

    Abrazos, besos.

    ResponderEliminar
  6. Qué dolor de micro. Es además capicúa, lo mires desde el inicio o desde el final sólo ves: dolor y familias rotas.
    Jo.

    ResponderEliminar
  7. Yo, al menos unas dos veces o tres al día, pienso en devolver a las mías. Micro casi con un toque de humor negro pero que esconde una realidad dura. Excelente como siempre Lola. Un beso y Feliz Navidad.

    ResponderEliminar
  8. Vaya vuelta de tuerca final. Acabará mal o será una vuelta a empezar. La historia se repetirá.
    Saludillos

    ResponderEliminar
  9. jajaja me hiciste reír, a veces más de un padre devolvería a uno de sus hijos, sobretodo en los momentos de histeria, jjeje

    Un saludo indio

    ResponderEliminar
  10. Cuánta razón tienen a veces los refranes, Paloma.

    Ahí le has dado, Pedro. Efectivamente, los americanos pueden devolver a los hijos adoptivos sin más.

    ¿Tal vez haya hecho comprender algo a la madre, Rosa? Los niños nos ponen frente a nuestros problemas.

    Las cigüeñas tal vez no, Nicolás, pero hay aves carroñeras que se los meriendan vivos.

    Agus saca el bisturí y vuelve a diseccionar un micro con su talento habitual. Sí, estamos en el tiempo del diez en todo o eres una mierda.

    Dicen, Luisa, que un buen escrito es aquel que se puede leer desde el inicio o el final. No sé si será este el caso, ya lo miraré, pero sería fantástico.

    A todas se nos ha cruzado alguna vez una idea de devolución, Mar, es lo que tiene la educación, que es fatigosa, por eso hay que aceptar que tanto hijos como padres somos imperfectos. Y a partir de ahí, liberarnos de angustias y construir.

    Como dices, ranita, acabará mal o se renovará la historia, ¡quién lo sabe!

    Me alegra, Indio, que le hayas visto su punto de humor negro.


    Abrazos y besos a puñados y... ¡Navidad a tope!

    ResponderEliminar
  11. Lo de los niños a medida... me has recordado un caso repugnante, una tipeja a la que escuché decir que había "devuelto" a un niño saharaui que había traído a pasar dos meses porque lo llevaba al corte inglés y le daba miedo, y que no podía ir. Y la tía se lo contaba a una amiga como si fuera lo más natural. Es de esos momentos en los que si uno tuviera una escopeta de cañones recortados y los escrúpulos algo recortados también se ponía a descerrajar tiros.
    En fin, mundo en el que vivimos. Lo de la realidad superando la ficción.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  12. Paso tarde o cada día se comenta a mayor velocidad, no sé. Me ha impactado, claro, esta historia veloz y rotunda de una cadena familiar condenada.
    La dureza de corazón de la narradora sacude conciencias, me recuerda que las palabras de mis hijos son las mías (como las mías son las de mis padres), y que hay una responsabilidad enorme la prolongación de esa cadena.
    Feliz Navidad, Lola.

    ResponderEliminar
  13. Intuyo un brote de esperanza en esa madre que todavía duda, y se resiste.

    O eso, o me está saliendo una verruga en la nariz. Un brote verde.

    Besos :-D

    ResponderEliminar
  14. Una estupenda pieza, Lola, que nos deja con el pensamiento en vilo. Un texto en dos actos que crea una tristeza y angustia con tanta desesperación y lágrimas en un inicio, y después, esa segunda parte, donde se busca esa segunda oportunidad a través de la propia familia, buscando esa perfección que borre la vida pasada, y sin embargo, siempre presente, hasta poder plantearse el momento de la devolución, para que nada manche esa familia inmaculada, pero...yo me pregunto ¿será feliz? ... quién sabe.
    Besos y abrazos navideños

    ResponderEliminar
  15. Lo que has dicho, Hugo, una tipeja. Para descerrajarle un tiro sin ningún remordimiento. De sal y en el culo.

    Cortar la cadena de transmisión de padres a hijos es tarea dura, Susana, si se consigue, siempre será a medias, pero hay que intentarlo.

    Yo desde aquí, te veo la nariz sin brotes, Alberto. Tal vez en primavera se abra paso en la aleta izquierda un ramito de mimosas. No perdamos la esperanza.

    Sospecho que no, Maite, porque creo que la perfección no existe y la fuerza se nos puede ir en conseguirla, y con ella, la alegría de vivir con un par de errores y maldades encima.

    Abrazos muy dulces y empalagosos tirando a pringosos, por aquello de la Navidad.

    ResponderEliminar
  16. La primera parte es tan Sanabria... Estoy seguro que eras la niña, o casi.
    De lo otro, bueno, ha estado muy de moda unos años comprar chinitas al gobierno chino... Esta temporada no se llevan tanto, se llevan más lo etíopes chiquitos... Qué diferencia hay entre un mercado y otro? Casi sólo el color.

    Un abrazo, Lola

    ResponderEliminar
  17. Uffff, tremendo boomerang. Raíces que atrapan cruelmente No podemos escapar de nuestros genes ni de nuestra crianza. O así parece. Muy lamentablemente en algunos casos.

    Estupenda pieza, Lola!!!

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  18. Uffff, tremendo boomerang. Raíces que atrapan cruelmente No podemos escapar de nuestros genes ni de nuestra crianza. O así parece. Muy lamentablemente en algunos casos.

    Estupenda pieza, Lola!!!

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  19. Miguel Ángel, creo que estás desfasado, ahora lo que se lleva es ir con el saco a cuestas y echar dentro chinos, etíopes, sudamericanos... lo que te encuentres por el camino.

    Somos plastilina moldeada en manos de padres, amigos, sociedad... Con algo de posibilidad de cambiar las cosas. Aún hay esperanza, Patricia.

    ResponderEliminar
  20. Con dos c... Así debería ser. Con garantía. Me ha gustado " La abuela mojaba en silencio el ovillo de lana con lágrimas" Cómo molaba ayudar a la abuela: era como jugar a la play station de lana.

    ResponderEliminar
  21. Yo, si no van garantizados, no cojo niños, Ximens. ¡Faltaría más!


    Abrazos para ti, para Patricia y para Miguel Ángel, que antes se me quedaron en el tablero.

    ResponderEliminar
  22. Sobreadaptación. El dolor prolongado que al final anestesia el alma para siempre. Duro, buen micro.

    Aprovecho esta instancia para desearte felices fiestas, Lola. ¡Y felices letras para el 2012!

    Un fuerte abrazo.
    Mónica

    ResponderEliminar
  23. Así es,Mónica.


    ¡Que el 2011 te llegue cargadito de buenas letras!

    Abrazos a pares.

    ResponderEliminar
  24. Este también es del Museo, y no sé cómo no paso la selección...


    Abracicos


    La Ro

    ResponderEliminar
  25. Sí, mi niña, también del Museo.

    Abrazos de finales de año.

    ResponderEliminar
  26. Yo ando con una niña que tampoco me decido a devolver, aunque con doce a puntito de cumplir ya empieza a poner las cosas un tantito mas difíciles. Casi no lo noto porque para mí que nació en plena adolescencia y que ese será su estado de consciencia preferido por el resto de su vida,todo un reto, pero que le voy a hacer si yo aunque no nací en el Mediterraneo sino en el Atlántico... Si te soy sincera me siento orgullosa de ella , de que no se lo crea todo a pies juntillas, de que cuestione y se cuestione, de que desde pequeña no entienda ( como yo ya grande) lo que hacen los políticos, de que se cabree con la injusticia social y la desgualdad de género desde la guardería....distinta, difícil y complicadita me salió pero no la devuelvo por nada del mundo. Mi querida amiga por esa coincidencia en cuestión de hijas, por lo del amor por lo de escribir y porque me ha encantado pasear este sitio (que me he encontrado por "causalidad" ) y conocerte me he enchufado a este blog para saberte de vez en cuando. Saludos y felices fiestas Teresa Delgado

    ResponderEliminar
  27. Los niños difíciles ( de manejar,claro), son aquellos que le plantan a veces cara a la vida. Te las hacen pasar canutas pero son la esperanza en un mundo, cada vez más, en manos de manipuladores, especuladores, trepas y gentuza de la peor calaña. Te lo digo yo que también tengo un adolescente en plan perpetuo.

    Besos, mil, Teresa, y bienvenida al blog.

    ResponderEliminar
  28. Me he despistado con esta entrada, pero da igual...
    Aún me estoy pensando si odiar a esta narradora por esa manera fría de conseguir un buen marido y un buen hijo y esa niña a prueba o tenerle cierta simpatía por seguir pensando en si devolverla o no.
    En todo caso un texto que golpea.

    Besitos

    ResponderEliminar
  29. Los seres humanos somos así, Elysa, tenemos una parte odiosa y otra que incita a la ternura.

    Abrazos tiernos.

    ResponderEliminar