Llevo días esperándote. Pero no apareces. Me desperezo cada mañana con el sol asomando, tibio, por el horizonte. Pongo todo mi esfuerzo en abrirme, bella y perfumada para ti. Si vinieras podrías acercarte a la pérgola donde se enreda mi tallo sin espinas que escupí, una a una, como los dientes de leche de esos niños que vienen a jugar aquí, con sus mamás satisfechas. Parlotean entre ellas sin cesar, sentadas en los bancos, moviendo los dedos, ágiles con las agujas y las lanas. Todas las tardes disfrutaba con las voces, con los juegos, con las risas. Pero he caído en la melancolía desde que te conocí. Transparente y luminoso, entraste en mi jardín de noche y, bajo el balón de luz de la luna, viniste a mí, acariciaste mis pétalos con la delicadeza de lo etéreo y soplaste un tibio beso salpicado de llanto. Y yo te iba a consolar, enredando mi talle en tu aura, pero no quise herirte con mis espinas. Por eso me las arranqué. Ya estoy preparada. Te espero. Dejaré que me lleves contigo. Habitaremos juntos la casa derruida. Un hombre luciérnaga y una rosa sin espinas.
3/10/11
OTRO RELATO INCLUIDO EN LA EDICIÓN DEL LIBRO JARDINES SECRETOS 2011
JARDÍN DE ROSAS
Llevo días esperándote. Pero no apareces. Me desperezo cada mañana con el sol asomando, tibio, por el horizonte. Pongo todo mi esfuerzo en abrirme, bella y perfumada para ti. Si vinieras podrías acercarte a la pérgola donde se enreda mi tallo sin espinas que escupí, una a una, como los dientes de leche de esos niños que vienen a jugar aquí, con sus mamás satisfechas. Parlotean entre ellas sin cesar, sentadas en los bancos, moviendo los dedos, ágiles con las agujas y las lanas. Todas las tardes disfrutaba con las voces, con los juegos, con las risas. Pero he caído en la melancolía desde que te conocí. Transparente y luminoso, entraste en mi jardín de noche y, bajo el balón de luz de la luna, viniste a mí, acariciaste mis pétalos con la delicadeza de lo etéreo y soplaste un tibio beso salpicado de llanto. Y yo te iba a consolar, enredando mi talle en tu aura, pero no quise herirte con mis espinas. Por eso me las arranqué. Ya estoy preparada. Te espero. Dejaré que me lleves contigo. Habitaremos juntos la casa derruida. Un hombre luciérnaga y una rosa sin espinas.
Llevo días esperándote. Pero no apareces. Me desperezo cada mañana con el sol asomando, tibio, por el horizonte. Pongo todo mi esfuerzo en abrirme, bella y perfumada para ti. Si vinieras podrías acercarte a la pérgola donde se enreda mi tallo sin espinas que escupí, una a una, como los dientes de leche de esos niños que vienen a jugar aquí, con sus mamás satisfechas. Parlotean entre ellas sin cesar, sentadas en los bancos, moviendo los dedos, ágiles con las agujas y las lanas. Todas las tardes disfrutaba con las voces, con los juegos, con las risas. Pero he caído en la melancolía desde que te conocí. Transparente y luminoso, entraste en mi jardín de noche y, bajo el balón de luz de la luna, viniste a mí, acariciaste mis pétalos con la delicadeza de lo etéreo y soplaste un tibio beso salpicado de llanto. Y yo te iba a consolar, enredando mi talle en tu aura, pero no quise herirte con mis espinas. Por eso me las arranqué. Ya estoy preparada. Te espero. Dejaré que me lleves contigo. Habitaremos juntos la casa derruida. Un hombre luciérnaga y una rosa sin espinas.
Bella historia de amor ¿Imposible?
ResponderEliminarEnhorabuena, Lola.
¡Vete tú a saber!
ResponderEliminarAbrazos agradecidos.
Lola, Vaya colofón, otro mas. Una demostración clara que el jurado se ha guiado exclusivamente por la calidad de los relatos.
ResponderEliminarNunca hay historias de amor imposibles.
Estoy deseando tener ese libro en las manos.
un abrazo
Gracias. Yo también, Xavier.
ResponderEliminarAbrazos dobles.
Genial metáfora. No sabe la rosa que su amor apenas durará unos días. Aunque claro, ni lo sabe la rosa, ni lo sabemos nosotros. Tiene un punto triste, me haces pensar en que empezar es una forma de ir terminando. Me encantó.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Coñe, se me olvidó, con tanta tristeza, felicitarte por la selección.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
No podía ser de otra manera, Lola: bellísimo cuento!!!!
ResponderEliminarEnhorabuena
Lola que bella historia de amor, por lo que parece no correspondida. Así son los amores entre una rosa sin espinas y una luciernaga.
ResponderEliminarMe gustó.
Besos sin espinas.
PD: Se me olvidaba. ¡Felicitaciones por la publicación!
Precioso, Lola, va a ser un gran libro. Abrazos.
ResponderEliminarUna rosa enamorada no podría hablar mejor.
ResponderEliminarBesos, Lola.
Precioso, y de imposible, nada. Pues anda que no hay gente por ahí amando parecido...
ResponderEliminarFelicidades de nuevo, Lola. Qué bueno, tú, yo, tú...
Un abrazo grande.
Pd. Gracias por pasarte por mi bloggercillo. Fue un honor para mí, te lo agradezco.
Me gusto esa historia de amor tan singular, tan zoofílica, tan llena de sensibilidad, de poesía, de magia. Enhorabuena, y un abrazo sin espinas.
ResponderEliminarEs una belleza, Lola. No me extraña que también lo incluyeran.
ResponderEliminarBesitos
Enhorabuena. Poético y hermoso. Tienes una especial sensibilidad para escribir.
ResponderEliminarEnhorabuena Lola, me alegro muchísimo por ti.
ResponderEliminarSabes? las rosas tenemos espinas profundas que se clavan, pero a veces somos capaces no de arrancárnoslas, pero si de amortiguar los pinchazos.
Precioso tu relato.
Besos desde el aire
Leí tus tres relatos y me dí una vuelta por el blog de los Jardines Secretos. Me encantó la iniciativa de que serán leídos en esos lugares.
ResponderEliminarTus historias, como siempre, calan hondo. Felicitaciones por las selecciones, Lola.
Un abrazo fuerte.
Preciosa esa historia de amor. Tus tres micros, una maravilla. Un beso.
ResponderEliminarDe los tres que he visto aquí este es el que más me gusta. Destila ternura y añoranza.
ResponderEliminarEnhorabuena, muy merecida la selección porque es un texto conmovedor y hermoso. Parece que tú también a veces te pones o te quitas las espinas para escribir...
ResponderEliminarAbrazos, Lola.
Me gusta la generosidad y entrega de la rosa, enamorarse de un hombre luciérnaga que llora por otra. Para mí que todo el dolor que sienten las flores al ser arrancadas de su planta se transforma en dicha al ver la cara de quien las recibe. Felicidades por la selección. Me estoy animando a no participar en los concursos. Imposible competir.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta historia llena de sensibilidad y ternura, aderezada con la música que le pones a las palabras. Sobre todo me encantó el final, por aquello del edificio derruido y esas dos almas gemelas tan enamoradas.
ResponderEliminarBesos mil.
Fantástico eso de empezar es ir terminando, Agus, así lo veo yo también.
ResponderEliminarBella tú, Patricia.
Nicolás, yo creo que no hay rosas sin espinas como no hay amores sin algún que otro desamor.
A mí también me lo parece, Maite.
¡Si las rosas hablaran, Tor, cuánto de amores y desamores nos contarían!
Tú también has entrado en la repesca, Miguel Ángel. Así que ¿por dónde íbamos? Tú, yo, tú...
Mágico es verte aparecer por aquí, José Agustín.
Belleza es la imagen con la que te presentas, Elysa.
No mayor que la tuya, Elèna. Por cierto que no puedo entrar en tu blog ¿pasa algo?
Rosa con amortiguadores en las espinas. Me gusta la imagen.
Sí, Mónica, da mucho gusto pensar que va a ser un libro-enseña de esos lugares.
Trío de relatos. No está mal la jugada, Mar.
Buena destilación la tuya de palabras, Montse.
¡Qué bruja eres, Susana! Ya has descubierto mi secreto.
Me he reído con la ocurrencia de que te estás animando a no participar, Ximens, quítale el no y a jugar.
Lo de relato con música me ha gustado mucho. Un placer que lo sientas así, Juan.
Abrazos agradecidos a repartir.
Precioso y merecido premio. No todas las historias de amor son fáciles de contar porque son difíciles de vivir.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo.
Muchísimas gracias, CDG.
ResponderEliminarAbrazos madrugadores.
Bella historia. Me ha recordado a aquella canción de Radio Futura, la de El jardín botánico, que por cierto, fue el primer vídeoclip de un grupo musical en España.
ResponderEliminarEl amor nos hace más vulnerables. Algunos dioses renuncian a su inmortalidad por amor, las sirenas a su condición, el ser humano a su coraza, la rosa a sus espinas...
ResponderEliminarEntre jardines secretos, y buenísimas malas hierbas, estás que te sales.
besos cainitas :-)
Muy bonito, Lola, mucho.
ResponderEliminarUn abrazo.
La nostalgia, Manu, ya no es lo que era.
ResponderEliminar(Nos vemos mañana)
¡Qué bien lo has relatado, Alberto! Las malas hierbas se secan pero los murciélagos, esos, amigo mío, vuelan muy alto. ¡¡Suerte!!
Abrazos a pares.
Muchísimas gracias, David.
ResponderEliminarAbrazos al cubo.
Cuán bello es este poema en prosa, susurrado entre los arbustos de un jardín en penumbra.
ResponderEliminarA sus pies.
Oye, qué cosa más delicada. Enhorabuena por esa selección, Lola.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!
Hola Lola, no sé si le pasa algo a tu blogguer, pero no me deja subir los comentarios que me dejas en el blog, quizás te pase en otros blogs, no sé, pero se los traga el ciberespacio, en fin, a ver si doy con lo que pasa, a ver si es mi blog. Besos.
ResponderEliminarMis felicitaciones por el libro.
ResponderEliminarque tengas una buena semana.
un abrazo.
Muchas gracias y bienvenido al blog, Sutilio. Levántese no vaya a marearse.
ResponderEliminarGracias, Gemma. Me alegro de que tu mirada se pose sobre el relato con esa delicadeza.
Manu, lo que pasa es que tienes un dos puertas como vigilante de tu blog y no deja pasar a perras flauta. Seguro.
Muchas gracias, Ricardo. Igual es mi deseo.
Abrazos a repartir.
Me hizo recordar al ruiseñor y la rosa de Wilde, igual de delicado.
ResponderEliminarUn saludo cordial
Un recuerdo que me llena de satisfacción, Rigoberta.
ResponderEliminarAbrazos agradecidos.