Para mi cuña, querida. Espero que te guste una porción de lo que te gusta la lluvia.
Algunos coleccionan radios antiguas, otros contadores de la luz. Ella colecciona agua de lluvia. Desde el calabobos que escurre de una hoja de eucalipto, a la torrencial de una tormenta de verano cuando reposa en los charcos con olor a tierra removida y raíces de almendros. Se hizo construir un mueble de madera con celdillas donde las iba guardando en botellitas, con la puerta de cristal biselado para que el sol jugara a combinar los colores del arco iris con las diferentes aguas. Y cuando el calor se pone terco y no asoma ni una nube en el cielo y la tierra se abre en múltiples heridas, ella moja, cada noche, un dedo y deja la humedad detrás de las orejas y en el pulso de las muñecas y se duerme con una lluvia fina con olor a madreselva. Pasaba el tiempo recolectando y etiquetando, cuando una mañana, en plena faena, vio desde la terraza a un chico que corría huyendo de un aguacero. Y le sorprendió la idea de que sería bonito tener agua de lluvia de personas. Metió una botellita en el bolso, bajó a la calle y, con el dedo índice, recogió un reguerito que bajaba desde el pelo y corría por la cara pecosa de un niño. Le gustan mucho esas aguas. Espera impaciente a que llegue el otoño y la primavera para guardar unas gotas que tocaron la oreja de un anciano, el mestizaje de una mujer llorando, la cortina que escurre del sombrero de un cantante canalla. Todos colaboran cuando ella les pide permiso para acercar sus dedos, una cucharilla o un bastoncillo de algodón. Todos menos el adolescente. Con él aún no lo ha conseguido. Tiene azogue en el cuerpo, no deja que nadie se le acerque, no le gusta que lo toquen. Pero ella continúa, paciente, un día tras otro, estudiando sus costumbres, siguiendo sus pasos. Ha descubierto que cuando él escucha al petirrojo, se aquieta un momento y mira hacia la hierba con la boca muy abierta como si la vida se hallara a ras de suelo. Algún día coincidirán lluvia, petirrojo y adolescente y allí estará ella para pasar la cucharilla por el hueco de la mano y recoger el agua que escurre de la sudadera, con tanta delicadeza, que ni se enterará de lo que está pasando.
Me ha gustado mucho. Y me he reconocido un poco, porque yo colecciono charcos. Los guardo en fotografía, que es una forma mucho menos poética que una botella.Qué remedio.Y he descubierto a través de mi afición ,que la realidad, caturada en el reflejo, así dosificada es mucho más agradable.
ResponderEliminar¿Por qué será que a los humanos nos gusta coleccionar? ¿será otra forma de neurosis?
Yo creo que nos gusta capturar una porción de lo bello.
ResponderEliminarBesos, mil.
¡Qué forma de escribir, Lola! Tengo la sensación de haber desgastado inutilmente las palabras más dignas y esenciales, quizás las más hermosas por sencillas, para expresarte mis sentimientos al leer un texto tan bello, dotado no solo de sabiduria narrativa, sino de aquella parte de si mism@, que el escrit@r, en un tiempo tan breve como un latido, solo deja entrever cuando siente que el corazón de la historia se le escapa por las costuras.
ResponderEliminarDuctilidad poética, sensibilidad de miniaturista para la observación de la naturaleza humana. En suma: del virtuosismo y la generosidad que puede llegar a sobrevolar planteamiento, nudo y desenlace.
Por hacernos partícipes de historias como ésta, merecerías besos amorosos sobre la piel del sentimiento.
Te admira y abraza
Qué belleza de micro, Lola. Me quito el sombrero aunque granice.
ResponderEliminarBesos racheados.
Querida Cora, tú también escribes con el corazón en este virtuosismo de palabras que derramas por aquí.
ResponderEliminarGracias.
Besos a puñados.
Y yo me lo pongo para cubrir mi sonrojo por tus palabras.
ResponderEliminarBesos a pares, Pedro.
Pero que preciosidad te ha salido. Para valorarlo hay que ser parte de la familia y entonces te hace que se te salten las lágrimas. Por cierto también podría recogerlas en algún frasquito.
ResponderEliminarBueno, pues que es precioso este regalo que le mandas a tu cuña.
Un besazo.
Un frasquito con agua de Riotinto, para ti, compañero, que no te has cortado a la hora de echar flores.
ResponderEliminarLluvia de besos.
Precioso sin duda. Ese mestizaje de la mujer que llora me ha encantado especialmente
ResponderEliminarSaludillos
Este texto se desarrolla a partir de una idea genial: coleccionar agua. Una premisa muy arriesgada porque siempre se suelen coleccionar cosas tangibles. A partir de aquí, de esta genialidad, el micro no pierde fuelle en ningún momento. Es más, al final, uno tiene la sensación que es una actitud vital tan natural y necesaria como el respirar. Esto, además de valiente es una clara declaración de intenciones. Una apuesta por las cosas del mundo que no se ven, que no se tocan, pero que se sienten, que están ahí y que constituyen nuestros principios más elementales. Una metáfora preciosa que nos hace volver la vista hacia todo aquello verdaderamente importante. Hoy no me quito el sombrero, hoy me lo quito todo. Me encantó Lola.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Gracias, Puck, a mí también me gusta el mestizaje.
ResponderEliminarBesos apurando finde.
Como lector de almas, Agus, no tienes precio. Deberías dedicarte a crítico literario.
ResponderEliminarAbrumada estoy.
Mil gracias y puñado de besos.
Este texto tiene tantas connotaciones, tantas acciones escondidas, que es de esos que se pueden leer mil veces, y mil veces se encuentra algo distinto. Desde la neceisdad de coleccionar aquello que a cada uno le resulte importante o admirable en la vida, sin importar lo que sea, ni de lo que otros te traten por hacerlo. Hasta llegar de esa forma a estudiar la vida humana, la de aquellos que te rodean con su cotidianidad, con sus hábitos, con sus aguas, como el adolescente, que poco a poco se convertirá en adulto y un día agradecerá que la paciencia de ella lograra recoger esa parte de sí mismo. Abrazos estremecidas, Lola. Un beso.
ResponderEliminar¡Qué belleza!Tu personaje va de lo macro, la esencia de la naturaleza, la esencia de la vida universal, a lo micro, la vida de cada persona, lo particular que hay en cada uno de nosotros.
ResponderEliminarChapeau!!!
Maite, Patricia, sois excelentes lectoras, exprimiendo la esencia del relato hasta la última gota. Gracias a ambas por dedicarme parte de vuestro tiempo.
ResponderEliminarBesos a repartir.
Bellísimo. Exquisito.
ResponderEliminarEste texto me transmite la peculiaridad, la sensibilidad, la ternura de esa recolectora de lluvia, con quien mantuve deleitosas conversaciones.
Un abrazo para tí.
Mi cariñoso recuerdo para ella.
Muchísimas gracias, Nenúfar. Le transmito tu cariñoso recuerdo, aunque no sé quién eres.
ResponderEliminarBesos, mil.
Madre mía Lola, siempre que intento comentarte me quedo con la sensación de que siempre te digo lo mismo pero nunca lo suficiente.
ResponderEliminarA ver si lo transmito hoy: me hubiera encantado escribirlo a mí, de verdad. Y lo voy a imprimir, creo que lo pondré en el corcho. Eres una inspiración.
Besos
El agua de Rocío, un buen reserva. Gracias, guapa.
ResponderEliminarPuñado de besos.
Delicatessen. Me dejó una sensación muy placentera. Enhorabuena, Lola.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Mónica.
ResponderEliminarBesos,mil.
De los tres macros que leo en este micro, el del agua de lluvia me ha entusiasmado, el de la lluvia de gente me ha transportado hasta la cabeza de alguien muy especial, y el del adolescente me ha dolido; además de entusiasmarme y transportarme, claro.
ResponderEliminarFelicidades, Lola.
PD, sigo fijándome en raíces de almendro, cristales biselados, cantante canalla, sudadera...
Me gustó hacer ese viaje montado en la gota.
ResponderEliminarSeguro que el adolescente acaba dejándose hacer, pero quizá antes tendrá que hacerse mayor.
Un abrazo
Me gusta cómo percibes el micro, Gabriel. Porque creo que este micro, más que leerse, se percibe.
ResponderEliminarMil besos.
Seguir el micro montado en una gota es la mejor manera de empaparse.
ResponderEliminarSí, la adolescencia es una etapa, un tránsito que hay que pasar.
Besos a pares, Agustín.
Qué hermoso, Lola, qué micro más hermoso. Poco puedo añadir más que ha sido un verdadero placer poder leerlo y disfrutarlo. Gracias.
ResponderEliminarGracias a ti, Jesus, por dejar tu huella aquí.
ResponderEliminarBesos triples.
Yo no pertenezco al mundo de los escritores de relatos, ni de ningún otro género. Únicamente me gusta este blog. Leerlo y comentar en él me resulta placentero, estimulante y enriquecedor.
ResponderEliminarQuizás algún día te diga mi nombre, de momento, prefiero no hacerlo.
Otro abrazo y gracias.
Estás en tu casa, Nenúfar, puedes entrar y escribir lo que quieras.
ResponderEliminarBesos sin nombre.
Texto entrañable, para guardar en un frasquito, Lola. Lo guardo para releerlo.
ResponderEliminarBesos como gotas.
Gracias, David, por recolectarlo y guardarlo en un frasquito.
ResponderEliminarPuñado de besos.
Este texto es de antología y de todo, esres la reina de las imágenes, esads cicatrizes de la tierra sedienta, mestizaje de aguas.....Creo que como se ha escrito desde un cariño muy grande y como homenaje ha slaido todo lo mejor de tu escritura. Es todo lo que te han dicho y más, tía!!!
ResponderEliminarUn beso estremecido
Muchas gracias, Rosana, un placer enorme leer tu comentario.
ResponderEliminarBesos como pan tierno.
Siempre siento que pintas en mi mente. Tu lenguaje es muy pintoresco, muy bello. Como la imaginación de donde vienen estas ideas hechas historias. <3
ResponderEliminarAbrazos.
Muchísimas gracias, Edgar, me encanta pintar mentes.
ResponderEliminarBesos de retorno.
Hola.Me encanta este relato y me gustaría contar con tu permiso para narralo en mi blog de audiocuentos. Si te apetece ponerte en contacto contigo, puedes hacerlo a través de mi correo jmerchante@gmail.com, o responderme en tu blog...Te dejo la dirección de la página:
ResponderEliminarhttp://latabernadelcallao.blogspot.com/
Gracias.
Permiso concedido.Estaré encantada de poderlo escuchar.
ResponderEliminarAbrazos, muchos.
Gracias. Cuando lo tenga preparado te lo hago saber. Ten paciencia. Por las circunstancias de producción, tengo que programar con un año de antelación. Esto es un tinglado para explicarlo mejor en un correo... Pero no pienses que quedó en el olvido, saldrá. Es un relato precioso, lleno de ternura, que crea una imagen que se va ampliando y diversificando.
ResponderEliminarGracias de nuevo y hasta pronto.
Javier M.
Hola. Acabo de publicar tu relato en forma de audio en la Taberna el Callao. Gracias por el préstamo.
ResponderEliminarComo no tengo tu correo lo hago por este medio.
Salu2.
http://latabernadelcallao.blogspot.com/2012/03/la-recolectora-de-lluvias.htmlProar redurch