El ahorcado cortó la cuerda en el último momento. La navaja cayó y las cachas quedaron atrapadas en el agujero del entarimado. Esperando su caída, la punta del acero.
Buen título. Y sí, siempre hay motivos para arrepentirse de us suicidio. Anque sobre el resto de cosas, mejor no arrepentirse de nada.(Se me olvidaba: yo también brindo con cava por tu micro de abogados). Besos.
Quizás, si se hubiera resignado a su suerte su muerte habría sido menos dolorosa. Pero tras ese arrepentimiento, surge un hilo de esperanza, una brizna de redención. Hilo, brizna, que el destino, cruel y macabro, se encarga de cortar de un tajo. Me quedo, sin duda, con ese instante efímero en el que soñaba ser libre. Ahí hay una metáfora existencial en toda regla. Y un vértigo enorme.
Y aunque consiguiera esquivar el acero, es posible que la tarima estuviera suelta y con la caída el tablón le diera en la nuca al pisarlo...en definitiva, el destino ;)
Jajaja... ¿El destino? Me gustó mucho, Lola, por lo negro, por todo lo que implica, a veces con arrepentirse no es suficiente.
ResponderEliminarBesos.
O nos arrepentimos demasiado tarde. Gracias, David, por darte una vuelta por aquí.
ResponderEliminarBesos, mil.
Negro y estupendo. Fijate, el primer comentario y ya tenemos un hilo muy largo para desovillar: destino y arrepentimiento.
ResponderEliminarBravo Lola!
Si seguimos tirando del hilo, seguro que acabamos haciendo un relato entre todos.
ResponderEliminarBesos a pares, Patricia.
Buen título. Y sí, siempre hay motivos para arrepentirse de us suicidio. Anque sobre el resto de cosas, mejor no arrepentirse de nada.(Se me olvidaba: yo también brindo con cava por tu micro de abogados).
ResponderEliminarBesos.
Vamos, que no tenía escapatoria. Ninguna. A veces no hay modo de esquivar al destino.
ResponderEliminarUn beso.
Quizás, si se hubiera resignado a su suerte su muerte habría sido menos dolorosa. Pero tras ese arrepentimiento, surge un hilo de esperanza, una brizna de redención. Hilo, brizna, que el destino, cruel y macabro, se encarga de cortar de un tajo. Me quedo, sin duda, con ese instante efímero en el que soñaba ser libre. Ahí hay una metáfora existencial en toda regla. Y un vértigo enorme.
ResponderEliminarMagnífico, Lola.
Abrazos, besos.
Y aunque consiguiera esquivar el acero, es posible que la tarima estuviera suelta y con la caída el tablón le diera en la nuca al pisarlo...en definitiva, el destino ;)
ResponderEliminarLos caminos del señor son inexcrutables y variados, pero el destino es sólo uno.
ResponderEliminarAbrazos.
Un estupendo micro, Lola. Destaco lo original del tema y la transgresión gramatical.
ResponderEliminarAbrazos a borbotones,
PABLO GONZ
Mirar a la muerte de frente debe dar para más de una retirada, en este caso a destiempo. Gracias, Agustín.
ResponderEliminarUn puñetero el destino ese, Luisa.
Como siempre, sacando el bisturí y diseccionando el micro, Agus.
Maite, lo de la tarima me ha provocado la risa. Ahí tienes material para un micro.
Lo mismo te digo, Jesus, lo de los caminos del señor te ha quedado genial.
Pablo, lo de transgredir la norma me va desde chiquita. Los abrazos a borbotones me ha gustado así que me lo quedo en plan plagio.
Gracias a todos y puñado de besos con nocturnidad y alevosía a repartir.
Sí, también encuentro la esencia del destino en este micro. No hay devoluciones.
ResponderEliminarSaludos, Lola.
Un punto sin retorno, Edgar, sí.
ResponderEliminarAbrazos mañaneros.
Ley de Murphy.
ResponderEliminarMuy bueno, Lola, me has obligado a buscar en el diccionario.
Besos.
Bueno, si la obligación es aprender algo nuevo, me doy por satisfecha.
ResponderEliminarBesos agradecidos, Tor.
Da escalofríos pensar en qué será lo que impide que nos saltemos el guión del destino. También desconcierta pensar en quién lo escribió.
ResponderEliminarEl destino, la casualidad,la posición de las estrellas... Cualquier cosa fuera de nuestro control.
ResponderEliminarBesos dobles.
Joer, qué mala suerte, hombre.
ResponderEliminarYa lo creo, woody.
ResponderEliminarBesos, mil.