El rayo había caído muy cerca y el supermercado se quedó en penumbra. Sólo las luces de emergencia rescataban de la negrura el brillo metálico de los carritos de la compra, el reflejo de un anillo, las sombras tropezando con las estanterías. Creí que había superado el pavor a la oscuridad y a sus criaturas. Pero ahí estaba de nuevo. Me quedé junto al mueble de los congelados, sin mover un músculo. Una sombra cruzó muy cerca con un aleteo suave. A mi derecha, una pareja se movía de un lado a otro. Escuché el murmullo de sus voces, el ruido de una caja al caer dentro de un carrito. Oí a la chica quejarse y maldecir una esquina con la que se había golpeado. Luego, el chirrido de las ruedas se alejó por el pasillo. Entonces se repitió lo de otras veces, sólo que ahora no podía escapar ni llamar a mi madre para que diera la luz y espantara los picos que me hacían cosquillas en los labios. Un aleteo y otro más. Miles de aleteos quebraron la penumbra en jirones de noche que subían al techo y bajaban batiendo el aire cada vez con más fuerza. Los cuchicheos subieron de tono. Me acuclillé detrás de los congelados. La algarabía de alas se mezcló con las voces y los golpes de las carreras y las caídas. Cerré los ojos y la boca y cubrí mis oídos con las palmas de las manos. Sentía los pequeños cuerpos pasar cerca, rozándome el pelo, los ojos, los labios. Entonces aquella pluma hurgó en las ventanas de mi nariz. Apreté los dientes en un último intento por sellar mi boca, pero la abrí para soltar el estornudo. Sentí su pico en el paladar, luego la bola suave bajando por la garganta. Después nada. Se encendieron las luces. Todos siguieron con sus compras. Tenía hambre. Fui a la sección de comida para animales, cogí un paquete de alpiste y pasé por caja.
Uffff, qué buenísimo relato, la tensión surge desde el primer momento y sin respiro nos llevas a ese final entre terrible, tierno y humorístico.
ResponderEliminarAparte de que la escena está descrita de forma totalmente visual.
No sé si se oyen mis aplausos en la distancia.
Es que los pájaros dan mucho juego, Elisa.
ResponderEliminarBesos sonoros.
Recreación perfecta de la escena, con descrpciones impecables. En una palabra, literatura.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Lola.
Si piensas en dos de las películas que más me impresionaron en su día, "Los pájaros" y "La invasión de los ladrones de cuerpos" no das tanto en el clavo. Y me aterra tu final, es un micro de madurez mal entendida. Es un rendirse a las pesadillas, reconocer que no se puede con ellas, claudicar porque a veces se confunde la madurez con la rendición al mundo establecido.
ResponderEliminarNunca tramas con sólo un hilo y eso da varios niveles a tus micros, es una delicia leerlos.
Un abrazo, Lola
Muy bueno. Los pájaros dan mucho juego y también los supermercados a oscuras. Y la combinación de ambos, no sería nada sin el agregado de las emociones extremas, tal como las fobias. Muy buena tensión.
ResponderEliminarSaludos
Estoy de acuerdo con Elisa, aunque para mí gusto como microrrelato es un pelín largo.
ResponderEliminarsaludos
¡Excelente!
ResponderEliminarLas imágenes, y el final, wow.
Me encantó.
Saludos.
Me gustó mucho que la historia de corte fantástico suceda en un super. Eso le da un aire surrealista. El manejo de los tiempos y la tensión narrativa, como siempre Lola, excelente. Culminado esta vez, con un final soprendente que cierra perfectamente la tensión surrealista creada.
ResponderEliminarUn abrazo madrugador.
Maite, Jesus, Julio (bienvenido al blog), Daniel, un tipo, Agustín... excelentes comentarios. Cogéis siempre el bisturí y diseccionáis que da gusto, los relatos.
ResponderEliminarPuñado de besos con algo de estrellas, a repartir.
Buaf, es aterradora la escena. Me estresan los supermercados... jeje
ResponderEliminarUn saludo indio
¡MADRE MÍA! Tremendamente visual. Me ha impactado.
ResponderEliminarAngustioso, Lola. Esa mezcla de falta de luz y pájaros. Me recordó un poco a lo que hubiera podido pasar (pero no ocurrió) en Bajo el influjo del cometa, de Jon Bilbao.
ResponderEliminarAbrazos
Magistral representación de una fobia. Oscuridad y pájaros.
ResponderEliminarUn beso con el pico.
Apuntas a los miedos primigenios, Lola, a la fobia que va con uno. Ese '...y a sus criaturas' abre la cabeza al peor imaginario. Al principio pensé en murciélagos, aunque los pájaros en la noche pueden ser igual de terroríficos. El final, impecable.
ResponderEliminarMe produjo escozor en las piernas.
Muy bueno.
Un abrazo.
Indio, Manuel, Torcuato y Mónica. Un cuarteto de miedo para comentar sobre terrores. Gracias.
ResponderEliminarPuñado de besos a repartir.
Leeré ese libro, Woody, me ha picado la curiosidad con tu comentario.
ResponderEliminarBesos desangustiantes.
Jope Lola, no doy abasto.
ResponderEliminarQuería decirte que a mí este microrrelato me ha recordado al mejor Stephen King. El lector entra en materia desde el principio y me parecen magníficos los detalles, las descripciones, la atmósfera.
Sólo en plan egoista diré(contrariamente a lo que opina Daniel) que se me ha precipitado el final, pero creo que son mis deseos de continuar con esta historia tan envolvente. Me da Lola que aquí hay un relato, que el pequeñín quiere más espacio.
Besos muchos
Te leo agobiada, Rosana, como si últimamente estuviera publicando yo mucho. Ná, poca cosa. Unos cuentitos que tenía por ahí, otros por allá... En fin, tómatelo con calma. Yo debería aflojar, pero no prometo nada.
ResponderEliminarUn abrazo de osa.
Da gusto leerlo, opino como R.A. que el final me ha llegado un poco pronto: quería más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué angustia mas deliciosa!
ResponderEliminarTransmites las sensaciones a través de una narración excelente.
Como de costumbre, un placer.
Bandada de besos, sin plumas.
David.
Ay, Pedro, no tientes a una perezosa a estirar el relato. Aunque, quién sabe, tal vez algún día.
ResponderEliminarDavid, estoy de acuerdo contigo, una historia de terror puede ser una lectura deliciosa, me alegro de que te gustara.
Os emplumo dos besos.
Estos textos libres me encantan. Me permiten saborear tu gran imaginación. El relato es genial.
ResponderEliminarBesos.
Compañero de la mina, que no de carbón, y del ferrocarril, el de las tierras rojas, libre, lo que se dice libre, no lo es porque el texto estuvo sujeto a ciertas reglas. Lo importante es que te ha gustado.
ResponderEliminarBesos al cubo.
¡Qué espléndidamente transformas en palabras aquello que imaginas!
ResponderEliminarDe nuevo un placer
La imaginación es lo que tiene, querida Cora, que cuando dice ahí voy no hay quien la pare.
ResponderEliminarBesos con cola.
Me uno a la multitud que, emocionada, dice que tremendas imagenes tienes, que parece cine de suspenso; Muy bueno, por poco volteo la cara para mirar los rincones del cuarto, pero no hubiera podido seguir leyendo.
ResponderEliminarYo que tú no bajaría la guardia por si acaso.
ResponderEliminarGracias.
Besos sin miedo.