El magistrado dejó a su paso un rastro de nieve cuando entró en la sala. - Señoría, circulaba por mi derecha- dijo el de la capa de armiño. - ¡Yo también!- replicó el del traje rojo. El caso se presentaba difícil. No había nada legislado al respecto, nada en la Constitución. Mientras reflexionaba, los demandantes llegaron a las manos obligando a intervenir a los funcionarios. El juez ordenó un receso. Se puso el abrigo como prevención contra un catarro y salió fuera. Necesitaba consultar con su colaborador. -¿Qué hago?- le preguntó nada más verlo. - Un veredicto salomónico es lo mejor- dijo sin un titubeo. Papá Noel compraría un camello al rey Melchor, y éste pagaría el reno y una mano de pintura al trineo. El magistrado dejó lo acordado en el platillo y volvió a la sala. Mientras, el abogado en paro guardó los cien euros y echó a andar en dirección al metro.
Una lástima que sólo fuera finalista. Es original y muy bueno.
ResponderEliminarFelicidades.
Por lo que vengo leyendo tenemos cosas en común, mi abuelo no se quedó varado junto a la tele porque no teníamos, pero lo hizo junto a la mesa del comedor y se dedicó a contar las rayas del hule, para desesperación de mi madre.
Un saludo. Un placer leerte
Me gustan este micro, divertido y con su poquito de retranca.
ResponderEliminarBienvenida Eléna. Muchas gracias por tu comentario alabando mi relato.
ResponderEliminarEn cuanto al micro del abuelo, decirte que no conocí a ninguno de mis abuelos, sólo a una abuela. El relato es pura ficción, pero tu experiencia con tu abuelo y las rayas del hule dan para un excelente relato que tal vez podrías escribir.
Abrazos.
¡Qué bueno eso de la retranca!
ResponderEliminarBesos agradecidos, Elisa.
Es un micro muy original, Lola. Te felicito. Hace poco descubrí tu blog y volveré con gusto por acá.
ResponderEliminarSaludos!
Me he divertido mucho pero no pillo el final. Lo releeré más tarde. Joer, hoy estoy tontico.
ResponderEliminarUn beso.
P.d. Un honor que hayas comentado en mi blog.
Lo que el magistrado no tuvo en cuenta es que Rudolf tenía la luz de freno fallada. :)
ResponderEliminarQue bueno encontrarte.
Original, tierno, cachazudo.
ResponderEliminar¡Me lo pido para siempre!
Un abrazo, Lola
Lo díficil en este concurso es integrar las cinco palabras por igual en el texto. Lo consigues, sin duda. Y además te sale un relato estupendo, con aires de cuento triste de navidad. La última frase, la última imagen, eleva el micro.
ResponderEliminarGracias por rescatarlo y un abrazo.
Mónica, Torcuato,Malena, Agustín... Sumáis mucho y es mucho lo que os agradezco vuestros comentarios.
ResponderEliminarAbrazos a repartir.
Tuyo es, Cora.
ResponderEliminarGracias.
Besos.
Abrazos.
Fantástico, Lola, lo verdaderamente complicado de este concurso no es incluir las cinco palabras, si no que ninguna de ellas suene forzada y encajen como piezas del puzle. Tú lo logras con creces. El cuento es original y aunque desde inicio tratamos de imaginar quiénes son los protagonistas, no logramos saberlo a ciencia cierta hasta el final, con lo que cuenta también con el factor sorpresa. Completo y redondo. Un beso.
ResponderEliminarYo era( y soy) fiel seguidora de todos tus micros del certamen de abogados(entre otros ,claro). Recuerdo que cuando leí este pense: "joooo quisiera haberlo escrito yo".
ResponderEliminarUn beso, qué tal tu catarro?
R.A.
Sí es un reto que complica el relato, pero de vez en cuando sale algo medio decente.
ResponderEliminarGracias Maite.
Abrazos.
Hola, guapa. A mí también me hubiera gustado escribir el último que te seleccionaron. Nos pasa, yo creo a todos los que le damos a la tecla, cuando un relato nos gusta.
ResponderEliminarPuñado de besos, Rosana.