Hacía tiempo que lloraba el ojo triangulado. Una rija que lo desbordaba en diluvios y nublaba su visión. Así era imposible distinguir un abrazo de un cuerpo a cuerpo en combate, mucho menos al inocente del culpable. Era alarmante ver cómo se llenaba el Infierno de inocentes y cómo campaban a sus anchas por el Cielo, en una suerte de sociedad del bienestar, los malotes. El Todopoderoso necesitaba una cita urgente con el oftalmólogo.
El ojo que todo lo ve.
ResponderEliminarMe gustó.
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Yo creo que a veces está ciego.
ResponderEliminarUn saludo indio
Bien dicho, Lola. Ya va siendo hora de que se haga una revisión.
ResponderEliminarAbrazos.
Aunque tiene una visión muy deformada ¿no?
ResponderEliminarGracias por pasarte, Torcuato.
Mil besos.
Yo también, Indio.
ResponderEliminarAbrazos soleados.
Y a fondo, Pedro.
ResponderEliminarAbrazo de osa.
Me gusta. Ese ojo que todo lo ve pero tantas veces cegato.
ResponderEliminarUn saludo. Buen micro
Perdona Lola. En mi comentario anterior te puse un enlace equivocadamente.
ResponderEliminarEl que te quería poner era ESTE
Un beso.
Me gustan los relatos que suben a las alturas, ajustan cuentas y lo ponen todo patas arriba. Me recordó también cuando éramos pequeños y creíamos que los indios eran los malos. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ay, Lola, ojalá fuera tan fácil como una revisión oftalmológica. Y en plan práctico, tendremos que planear cómo conseguimos, aquí y ahora, sin intervención divina, no confundir nosotros a los malotes con los inocentes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Debe ser algún problema del lagrimal, a ver si se lo solucionan rápido empieza a ver tanto caos. Un abrazo, Lola.
ResponderEliminarIndecisa, Agustín, muchas gracias por vuestra aportación a este micro. Dios cegato y con la casa patas arriba. Me gusta.
ResponderEliminarBesos con alevosía y nocturnidad.
Elisa, Maite, totalmente de acuerdo con que si no lo solucionamos nosotros, no hay Dios que lo haga.
ResponderEliminarGracias a las dos por vuestros comentarios.
Abrazos muy calentitos.
Este ojo siempre me ha recordado a un cíclope. Y el otro, ¿acaso no estamos hechos a su imagen y semejanza? ¡menudo yuyu¡
ResponderEliminarMe gusta el relato
Efectivamente, al panóptico hay que cambiarle la lente.
ResponderEliminarUn abrazo,Lola.
Eso pasa cuando uno toma esencia corpórea, haha. ¡Espero el oftalmólogo sea de los buenos!
ResponderEliminarSaludos, Lola.
Sí, da un poco de yuyu pensar que te están observando. Y encima con mala visión.
ResponderEliminarÉlena,Mónica, KappieG, gracias por pasaros por aquí.
Besos a repartir.
...¡Ah! Pero, ¿hay ojo?
ResponderEliminarQue hay que cambiar la perspectivay la forma de mirar está claro, si no lo llevamos idem.
Patas arriba hay que ponerlo todo en los micros y en la vida;)
Besos
Ojo, lo que se dice ojo, lo hay, ahora que sea divino es harina de otro costal.
ResponderEliminarGracias por dejarme tu punto de ojo, Rosana.
Puñado de besos.
Me ha gustado esa imagen poderosa de la "orgía" de malotes en el lugar equivocado. Lástima que en la vida terrenal a veces los malos están donde los buenos y viceversa.
ResponderEliminarAbrazos
Ahí le duele Woody, ahí le duele.
ResponderEliminarAbrazos de atardecer.
Definitivamente así ha sido y así será, al menos es como nos lo dejan entrever los líderes religiosos.
ResponderEliminarUn abrazo, Lola.
Está muy bien el micro, una buena explicación a la apatía del "todopoderoso".
ResponderEliminarAver quién es el gracioso que le dice que está ciego!
Un beso, Lola.
David.
Ya sabéis, Jose Manuel y David, eso que dicen de que la fe es ciega. Si la fe es ciega, no es extraño que Él sea miope.
ResponderEliminarBesos a repartir y muchas gracias por vuestros comentarios.