Tomada de la red.
Creí que con el tiempo la piel se me haría más gruesa, pero no ha sido así, la siento cada vez más fina. Me cuesta finalizar la batería de preguntas sin que se me quiebre la voz de puro dolor. Me avergüenza decir esto con una criatura reventada por dentro que no vierte ni una lágrima. Es especial, me digo. O tal vez la endureció la barbarie. La reforma de la ley de aborto, con sus nuevas cláusulas, hará posible que Saray, con trece años y un cuerpo y una mente sin haber llegado a su plenitud de maduración, no pase por un calvario. Yo conseguiré que caiga todo el peso de la justicia sobre su tío, un miserable depredador. Y ella tendrá futuro con toda una vida por delante.
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