Tomada de la red
Todos los vecinos
disfrutan siendo testigos de la plácida felicidad de los inquilinos del quinto.
Una pareja encantadora. Van a la compra juntos. Pasean enlazados del brazo y
saludan amables, al paso. Él le coloca bien la bufanda al cuello. Ella lo deja
hacer y sonríe con ternura.
Por la noche, cuando el
ajetreo diario de los pisos se apaga, la menor de las hijas del matrimonio del
cuarto refiere a sus padres que oye restallidos de cinturón y quejidos ahogados
por puño en boca. Ellos la escuchan, condescendientes, mientras la arropan.
Dicen que siempre tuvo mucha imaginación. También buen oído para la música.
Qué poco escuchamos a los hijos o no queremos asimilar lo que nos cuentan. Muy bueno!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
Así es.
ResponderEliminarMil gracias por pasarte.