Nací y crecí en esta casa.
El salón y las habitaciones están en territorio azul. La cocina, el baño y el
jardín, en el morado. El porche, mitad azul, mitad morado. Me gustaba tomar el
sol en él. Observaba complacida el bullicio de las personas que cruzaban con
sus cámaras fotográficas, sus amores y sus mercancías. Pasaba las tardes,
relajada y feliz, sentada en mi balancín. Pero un día, una línea gruesa y
cortante me dividió en dos.
Y aquí sigo, medio cuerpo en un lado y medio en el otro, sin poderme mover, ni
hablar. Otros decidieron por mí.
Qué triste verdad la que nos narras en tu excelente micro, Lola.
ResponderEliminarBesicos muchos,
Muchas gracias, mi niña.
ResponderEliminarDesoladora situación, de actualidad permanente, que tu relato, con su metáfora tan cercana y común, hacen que lo deje de ver como una noticia más, irreparable, en un telediario.
ResponderEliminarUn abrazo
Mil gracias, querida Cora.
ResponderEliminarAbrazos grandiosos.