Tomada de la red. |
Para que aprendas. Sólo por eso lo
hago. Tómatelo como una medicina. Y no te quiero oír ni una queja. Me
tienes harto con tus llamadas de madrugada y los registros en mi
habitación. Te voy a reventar ese ojo cotilla para que dejes de
espiarme. No, no lo cierres. Eso no vale. Espera un poco que te retoque
el maquillaje. Dos dedos de pintura blanca, la boca bien de bermellón,
los ojos cruzados con carboncillo negro. ¡Ahí va: pelotazo de maría en
todo el ojo!. Bueno, ya está. Son las doce, es hora de que te vistas de
madre.
A muchas personas la adolescencia les dura unos cuantos siglos.
ResponderEliminarBesos muchos
Y lo celebran con el mismo maltrato, Elena.
ResponderEliminarMil besos.
ResponderEliminarLa tiranía de los hijos, un infierno doméstico que, a veces, se sufre en silencio.
Terrible tu relato, Lola.
Un abrazo.
Así es, Nenúfar. Sufrido y silencioso maltrato de hijos.
ResponderEliminarPar de abrazos.
No sé si sufrió maltrato pero esta bestia parda a lo mejor es así. Sin más.
ResponderEliminarLo terrible es que a veces no hay un antes y somos la sociedad quien busca respuestas.
Como la madre que acaba con su hijo.
Voy a parar por hoy.
No las hay a veces, querida Cora. Digo, las respuestas.
ResponderEliminarPar de abrazos.