Tomada de la red. |
“Haces mejor el amor que la guerra”, dijo. Se levantó, fue al cuarto de baño y yo me quedé observando cómo las palabras subían, se estrellaban en el techo y después caían y entraban envenenadas en mi boca. Volvió y se dedicó a vestirse. Yo me di media vuelta en la cama y cogí un cigarrillo de la mesilla. Solté una primera bocanada de letra gris y luego una tras otra, hasta completar las cinco. Intenté espantarlas con la mano, pero no se iban. Al fin dije: “¿Cuántas veces tengo que pedirte que no me digas eso, Manuela. Mejor es regular como mucho.” “¡Que te jodan Pepe!. Aprende a follar como Dios manda y te daré el aprobado”. Y salió dando un portazo.
A ver, no entiendo bien este relato. Va de guerra, pero no hay disparos, ni tanques, ni trincheras...
ResponderEliminarPues vaya guerra, casi voy a preferir el amor, hasta suspendido.
Abrazos, siempre
A veces, Amando, la cama puede convertirse en un campo de batalla, con sus tiros, sus trincheras...
ResponderEliminarAbrazos a campo abierto.
Es que muchas personas llevan a la cama un montón de fantasías que creen que a todos les resuenan de la misma forma, y no.
ResponderEliminarNo digo que no exista fantasía en el amor (y en todo) sino que deberíamos tratar de visualizar la de nuestra pareja.
Un abrazo.
HD
Si Pepe necesita que lo aprueben es que, si duda, aún le falta mucho por aprender...
ResponderEliminarClaro que con persistencia y dedicación todo se aprende :)
Un fuerte abrazo, Lola
Sexo y amor tienen mil caras, Humberto.
ResponderEliminarEs que algunos no llegan ni al uno y hay que zarandearlos un poco para que se pongan las pilas, Patricia.
Abrazos dobles.
Uy. Ese portazo duele...
ResponderEliminarUn abrazo.
Un portazo, dar la espalda... Muchas cosas duelen.
ResponderEliminarAbrazos triples.