El mar ya se había calmado. Eché la última palada. El conductor asomó la cabeza por la ventanilla y me apremió para que subiera. Ninguna señal, nada encima de cada elevación del terreno, esa era la orden. Los plásticos de los invernaderos brillaban bajo la luz de la luna. Me incliné y arranqué unos hierbajos con flores amarillas. Metí los tallos en la tierra y la apelmacé con las dos manos. Subí a la furgoneta y me senté pegado a un compañero. El patrón dijo que la noche era muy calurosa, pero yo llevaba el frío metido en los huesos.
A partir del minuto 50.
El frío en el cuerpo del lector logra tu micro.
ResponderEliminarMerecido premio.
Enhorabuena campeona.
Mil gracias, Yolanda.
ResponderEliminarBesos volados.
Como no, mujer. Un encanto de micro. Si tus letras son como tú eres excepcional. Mil abrazos por las emociones que nos haces llegar.
ResponderEliminarFco Marcos
Lola ¿cuántos llevas ya? me dejas boquiabierto. Yo lucho porque me salga uno decente y tú vas y te nacen como churros.
ResponderEliminarEnhorabuena. Dices mucho sin decir, ah sí, elipsis, jajaja.
En otro momento escucho el audio.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Muchas felicidades. Otra muesca más en la máquina de escribir.
ResponderEliminarSaludos.
Felicidades por el premio, bien merecido. Muy bueno!
ResponderEliminarUn placer visitarte y leerte. Pronto vuelvo!
Enhorabuena Lola.
ResponderEliminarY el relato, conmovedor.
Besos.
Enhorabuena, Lola
ResponderEliminarMicro inquietante con una tensión que uno no sabe de dónde le viene.
La razón te la guardas para ti, dejando al lector en ascuas para el resto de su vida.
Besos de mar
Muchas gracias Francisco, me has dejado una gran sonrisa.
ResponderEliminarIndio, todos luchamos porque nos salga alguno decente y a ti te salen a puñados.
Sí, Barlon, tengo aquí al lado la navaja.
Muchas gracias, Marilyn, vuelve cuando quieras.
Me alegro de que te conmueva, Juan, señal de que he conseguido que te llegue.
A ti, Mei, te inquieta, a mí me produce escalofríos y una pena muy honda.
Abrazos y besos a repartir.
Enhorabuena, Lola!
ResponderEliminarMerecido, sí, muy
Mil gracias, mil, Patricia.
ResponderEliminarPuñado de besos.
Enhorabuena Lola. Es un relato que pone los pelos de punta. De vuelta a wonderland, eh, volver al hogar. Un beso.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar
ResponderEliminarLola, reconozco que este texto me ha resultado difícil. Sabía que algo terrible ocurría, pero no podía identificar exactamente qué. Después de varias lecturas, he visto un cementerio de anónimos, ¿tal vez arrojados por el mar? Entonces he entendido la magnitud del drama; y el frío.
El detalle de las flores amarillas sobre la tierra apelmazada me ha parecido, en un paisaje tan desolador, una nota de calidez.
Enhorabuena.
A veces me pasa que de tanta elipsis, acabo por hacerme incomprensible. Me alegro, Nenúfar, de que al final consiguieras entenderlo.
ResponderEliminarTriple de besos.
Mar, Wonderland ya es como nuestro otro hogar.
ResponderEliminarAbrazos agradecidos.
Desolador relato el que piensa este ser inexistente, mientras apelmaza la tierra y acurruca sus huesos ateridos junto a los de otro anónimo trabajador al servicio de la infamia.
ResponderEliminarEnhorabuena.
La desolación de los que nada tienen, Eva. Bello análisis.
ResponderEliminarTriple de besos.
Bucólico relato, mar, hierba, flores amarillas, calorcito...
ResponderEliminarTodo eso sí que estremece, es el terror de la superficie.
Abrazos.