Fotografía tomada de la red. |
Cuando va o vuelve de la cocina, mi madre tiene la costumbre de pararse unos instantes frente al espejo del recibidor. Se coloca un rizo del pelo, se alisa la falda, y luego continúa. Mi padre, mi hermano y yo soltamos, aliviados, el aire retenido en los pulmones. Pero cuando se observa de perfil y luego de frente, se aleja un poco, se mira con detenimiento y dice que se siente abotargada, entonces sabemos que vamos a pasar una temporada a dieta de calabaza, calabacín, espárragos, berenjenas, endibias, cebollas, arroz integral, pescado y soja.
Pobre familia, pero y a mí que me suena... Aunque la mayoría se queja más de que no la hacen porque, claro, para ella sola...
ResponderEliminarAbrazos, Lola.
Como se nota que se acerca la primavera. Muy bueno tu micro.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Esto debe ser bastante corriente, pero en los dos sentidos. Habrá también cociner@s que no se miren o si lo hacen se den unas palmadas en el saliente de satisfacción, y entonces todos a comer buenas pringues.
ResponderEliminarUn besazo.
Hay que corregir ese espejo, y ponerle una fotografía para que la susodicha siempre se vea esbelta.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Jjajaja, me suena.
ResponderEliminarBesos desde el aire
¡Qué bueno, Lola! Me gusta cómo has perfilado al personaje.
ResponderEliminarUn abrazo.
La familia tiene que apoyar el sacrificio, Miguel Ángel.
ResponderEliminarLa caída de la ropa pone nerviosa a más de una, Casa.
La pringá está de muerte, Juan.
Buena iniciativa, Agus. Todo sea por un buen puchero.
Es que son muchas las nueces, Rosa.
El perfil del personaje, Pedro, es el que lo trae a mal traer.
Abrazos a repartir.
Je ,je.A mi me ocurre justo al contrario. Cuando mi hija adolescente se pone a dieta , me hace sentir culpable viéndome comer lo que más se pega al riñón. Menos mal que la fiebre nunca le pasa de quince días. Muy bueno Lola. Un abrazo.
ResponderEliminarCuando se acerca la primavera, veo en mi trabajo mucha tartera con espinacas y acelgas. Las caras, todo un poema, Salvador. Dura lo que el malhumor y el hambre de tocino alcanza un límite peligroso. Y entonces es cuando puedes ver cómo se puede perder la compostura devorando, más que comiendo, cualquier cosa que se les pone al alcance de la mano.
ResponderEliminarDoble de abrazos.
Jajaja....pobrecitos tooos.
ResponderEliminarEs justo lo que hace mi marido en las cenas. y pasamos una temporada cenando yogoures y queso fresco... ;)
Besos Lola, que hace tiempo que no venía por cuestiones ajenas a mi voluntad. Más bien: sujetas a la disponibilidad de mi tiempo "libre" ¿libre? ... dije¿libre?... Un abrazo para tí por este micro que me ha gustado un montón.
¡Qué cansino lo de la dieta! En fin, Laura, que disfrutes de los yogures y el queso fresco. Yo me comeré el chuletón por ti.
ResponderEliminarAbrazos cantarines.
Si mamá no se siente bien consigo misma, bueno, pasemos una temporada a pura verdura, mal no nos va a venir, después de todo.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
Lo malo es la repetición, Humberto, porque parece que mamá la coge y la deja cada cierto tiempo.
ResponderEliminarTriple de abrazos.
Malos vientos soplan para los comensales cunado la cocinera está a dieta! Mirá que conozco varios casos que...
ResponderEliminarBeso que intenta ser delgado
¡Ya lo creo! Es la que corta el bacalao.
ResponderEliminarTriple de besos bien gordos.