Fotografía de Javier Fernández Gorrionero |
El hombre avanza, desdibujado. Un nubarrón de palabras agrias lo
acompaña. El llanto hiposo llega, una y otra vez, como boomerang,
enroscándose en su oreja. Y conforme camina, revive la sinrazón de la
pelea. Un retraso no es para tanto, se dice. Enseguida, como un
trallazo, le viene el recuerdo de otro día. Entonces fue él quien estuvo
acodado en la ventana, espiando la calle. Pasaban los minutos y
temblaba como azogue. Esa noche, la espera dio paso a la desesperación.
También discutieron. Como hoy. Y luego vino el quedarse enlazados,
cuerpo con cuerpo, durante horas, reconociéndose en cada lunar, en cada
arruga, en las cicatrices de la piel, como si acabaran de conocerse.
El hombre avanza. A lo lejos, la tarde se abre a la luz. Saca el
teléfono de su bolsillo y marca. Te quiero, dice. Y las palabras soplan
los últimos jirones de niebla.
(Inspirado en la fotografía de Javier Fernández Gorrionero, Niebla en Sol)
Ya lo dice el refrán: quien espera desespera. En su versión más extrema estamos los que desesperamos desde cinco minutos antes de que de la hora.
ResponderEliminarEs un magnífico relato que invita a la reflexión.
Besos.
Qué precioso micro, Lola.
ResponderEliminarEs un deleite ver cómo el amor susurrado disipa "los últimos jirones de niebla".
Gracias por la suavidad de la ternura en días tan afilados.
Fuerte abrazo
Lo mejor es distraer la espera leyendo, o escribiendo, o... Porque si no, te acabas comiendo el codo, Juan, ya sabes.
ResponderEliminarLa reflexión y el amor siempre gana, Patricia.
Doble de besos.
Pues te ha inspirado muy bien esa niebla.
ResponderEliminarNos haces pensar.
Un beso.
Mi fantasía me dice, Lola, que el personaje que camina "enneblinado" por la borrasca de esa espera, no ha llegado en este caso a la desesperación. Esa que muerde durante horas mitad corazón mitad sesera, presintiendo SIEMPRE lo peor.
ResponderEliminarMe alegro por el y que encuentre la solución para su salida del sol particular, la llamada y la palabra mágica. Lo otro es un sinvivir.
Besos desde el pararrayos.
La niebla no deja ver a veces, Carlos, esperamos la luz para que nos ilumine la sesera.
ResponderEliminarBueno, querida Cora, yo creo que él va caminando y que no está en espera en ese momento, pero sí recuerda anteriores desesperaciones.
Abrazos duados.
Con este micro confirmas que se puede hablar del amor de tantas formas tan distintas y tan bien hecho, Lola. Triste en la medida de lo que sufren los personajes para darse cuenta de lo immportante.
ResponderEliminarUn pieza con fuerte perfume de la marca Sanabria. Esplendido, sin duda.
Un abrazo,
Espléndidas las dos líneas temporales que confluyen en la historia del personaje y que modulan el texto. La última frase - made in Lola - es brutal.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Es uno de los micros que más me ha gustado de los últimos que voy leyéndote. Tiene ese aire de niebla, de azogue por dentro, de desesperación interna, de muchas de las cosas que suceden cuando dos personas se aman pero discuten en cada intervalo de "espera".
ResponderEliminarMe gusta Lola y aprovecho para desearte una Feliz Navidad. Si tienes invitados y no tienes donde colocar sus nombres ¡imprímete mi postal! ¡es un regalo!.
Besos para tí y para toda tu familia, hoy de mazapán, claro.
Me gustó lo del perfume Sanabria, Pedro.
ResponderEliminarOjo de lince Agus, habla de nuevo.
Me alegra que te guste, Laura. Ya pasé por tu casa y vi tus maravillosas postales, ¡las dos eh!
Abrazos fuertes, fuertes, para un nuevo año que deshaga los entuertos del que se va.
Con la niebla todo esta un poco borroso, pero a veces la luz del sol nos ciega. Muy bien llevado todo el microrrelato hacía ese final. Muy bueno, Lola.
ResponderEliminarNi tanto ni tan calvo, que dice el refrán, Ern.
ResponderEliminarAbrazos soleados.
Me gusta el ambiente que impregna tu micro y lo que más me gusta es ese final tan rotundo, esas palabras que soplan los últimos jirones de niebla.
ResponderEliminarBesitos
Buen soplo el tuyo, Elysa, al recibirlo.
ResponderEliminarAbrazos muy sólidos