11/9/12

RECREACIÓN



Él con la mano en el borboteo, intentando sujetar la vida. Ella, reflejada en su cristalino reventón. La mirada de odio prendida en la mirada de estupor. Interrumpe él, desbordado. Te voy a dar así, dice, levantándole la mano, luego da media vuelta y sale de la cocina. Ella sigue a lo suyo. Filetea rápido los ajos, sin levantar los ojos del cuchillo, de la tabla. Hoy, mañana, un día de estos. ¿Cómo lo hará: cortando de lado a lado, o clavándole la punta en el hoyuelo, igual que al cerdo en la matanza?

29 comentarios:

  1. La elección y connotación del lenguaje, el ritmo de latigazos que suenan al pegar, la focalización neutra y el diálogo sesgado y potente hacen de esta pieza, Lola, una auténtica joya.

    Nos toca el corazón, claro que nos toca; pero eso tú lo sabes y por eso escribes.

    Me descubro, señora.

    Un abrazo.

    Con su permiso me lo llevo al FB.

    ResponderEliminar
  2. Brutal contraste entre el tono aséptico con que se cuenta la historia y la tragedia que recorre la composición de principio a fin, aunque con diferentes picos de tensión: se presenta al principio, en forma de imagen cruenta, se interrumpe después y vuelve a emerger al final, descarnada y virulenta.

    Hay algunos recursos que me parecen fantásticos: por ejemplo la sensación de movimiento vertiginoso que me transmite el fileteo de los ajos sin levantar los ojos, y la plasticidad sanguinaria de la imagen del cerdo en la matanza. Un cerdo, precisamente. Claro.

    Y después está la estructura. La imagen atroz del principio no es sino lo que proyecta el micro al final, con el paréntesis del medio que conecta las tres dimensiones: deseo-presente, presente-realidad y futuro-deseo/realidad.

    Por lo demás, micro made in Lola: las luces y las sombras de las escenas cotidianas y familiares retratadas con un estilo poderoso y una estructura muy bien armada.

    Gran micro.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Evidentemente la tensión se corta a cuchillo buffffff. Cómo bordas estas situaciones!
    saludillos

    ResponderEliminar
  4. La imaginación suele mostrarse así de salvaje (sin cortapisas). Un micro redondo (de puro afilado).
    ¡Besos!

    ResponderEliminar
  5. Mi enhorabuena. Impresionante. Esperemos que no lo haga de ninguna manera.

    Abrazos.

    ResponderEliminar
  6. Me quedo sin palabras. Algún día, quizás hoy, mañana, a todo puerco gordo le llega su San Martín...

    Cómo escribes, criatura!

    Un abrazo

    BB

    ResponderEliminar
  7. Salvaje.
    La recreación de la propia historia, y su reiteración, perfilan el miedo y el desasosiego de la víctima. Hay un detalle que me parece genial, magnífico, y que se cifra en la última frase, cuando la protagonista, resignada, pasa a preguntarse por el cómo. La aceptación del final, y esa deriva - tan humana - convierten la historia en una pieza de antología.
    Espléndido, Lola.

    Abrazos, besos.

    ResponderEliminar
  8. Acabo de leer los comentarios de Pedro e Iván. Im-pre-sio-nan-tes.

    No llego a tanto como crítica literaria. Así que te puedo decir que lo que me impacta de tu micro es la sucesión de pensamientos que pasan por la mujer que corta los ajos. Lo curioso es que no los nombras, pero yo les pongo voz. Esa es la magia de este breve, en mi humilde opinión.

    Su pensamiento final, el de la venganza más sangrienta, es un final impactante para una escena que nada tenía de amorosa y de tierna.

    Felicidades Lola, lo has bordado.

    ResponderEliminar
  9. Pedro, Iván, os hermano en la respuesta porque los dos me habéis dejado un tanto noqueada con vuestro análisis. Muchísimas gracias.

    De cuchillos bien afilados estamos necesitados, ranita.

    Lo de redondo de puro afilado, Gemma, me parece genial.

    Esperemos que encuentre otra salida, Yolanda, por su bien.

    Puercos gordos están ahí, si miras hacia arriba, BB.

    Y aquí, Agus, el que maneja el bisturí también con maestría.

    No, no tiene nada de amorosa ni tierna, Laura.

    Besos a puñados.

    ResponderEliminar
  10. Has usado el léxico con maestría, el ritmo con precisión y la dureza con crudeza, sin adornos. El resto, entre palabras, entre lo que no se cuenta.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  11. Muchísimas gracias, Carlos.

    Puñado de besos.

    ResponderEliminar
  12. Qué buen micro, querida Lola. Es difícil añadir algo a lo ya dicho. Pero es terrible ese tránsito hacia el cómo, superada la incerteza.

    Gracias!

    ResponderEliminar
  13. Gracias a ti, Jesus, por dejar un comentario tan elogioso.

    Abrazos, los que quieras.

    ResponderEliminar
  14. Lola, una escena terrorifica, no por ella y su cuchillo, sino por él y su mala baba. No se puede admitir esa violencia de genero que tanto daño hace. Ojalá todos esos asesinos primero se quitasen la vida antes que atentar contra nadie.

    Besos sin cuchillos.

    ResponderEliminar
  15. A mi lo que me fascina siempre de tus relatos es la elección de las palabras. Esas palabras tan cotidianas que hacen que entres de lleno en la cocina y veas la situación como un espectador que está allí mismo. Como si pudieras ser tú.
    Filetear ajos es la clave, pero este relato tiene muchas palabras que te enganchan.
    Una maravilla made in Lola!
    Abrazos

    ResponderEliminar
  16. A ver si algún día acabamos con esa lacra, Nicolás.

    Triple de besos pacíficos.

    ResponderEliminar
  17. ¿Qué tal la dinamita, Anita, ya le has puesto la mecha? ¡A dinamitar lo viejo!
    Gracias por tu visión tan especial de lo que escribo.

    Doble de besos.

    ResponderEliminar
  18. Yo no tengo nada que añadir, porque me has dejado impresionada.
    Sí, es una lectura cotidiana de una imagen demasiado común.

    Es muy bueno, Lola.

    Te admiro mucho.

    Besos

    ResponderEliminar
  19. Manejas el cuchillo igual de bien que la puma. Un texto magnífico, una narración magistral. Besos.

    ResponderEliminar
  20. ...le dijo la sartén al cazo. Tú sí que vales, Elena.

    La puma suele dar unos zarpazos que quitan el hipo, Manu.

    Besos y abrazos a discreción.

    ResponderEliminar
  21. Termino de leer tu relato y casi se me saltan las lágrimas. Me haces recordar a todas esas mujeres que viven una de las peores torturas de cuantas existen, la de un maltrato contínuo sin salida.
    Mis felicitaciones por tu esclarecedore denuncia y por la forma de hacerla.
    Besos.

    ResponderEliminar
  22. De eso se trata, Juan, de no olvidar, porque parece que ya está todo dicho, todo superado. Y no, claro que no.

    Cuatro pares de abrazos.

    ResponderEliminar
  23. Después de todo lo dicho, se me hace dificil añadir algo más. He leído y releído y me parece que la estructura es genial. Tienes mucho talento.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  24. Con muy pocas palabras nos relatas a la perfección y sin que sobre ni falte nada, una escalofriante escena de terror cotidiano.

    ResponderEliminar
  25. Muchísimas gracias M. Un placer recibirte en esta casa.

    El terror en la cocina es algo que hay que seguir denunciando, Araceli.

    Doble de besos.

    ResponderEliminar
  26. Das miedo Lola...
    Bueno no tú, jejejje, tus fantásticos relatos.

    Besos desde el aire

    ResponderEliminar
  27. Gracias, Rosa. A mí también me da miedo.

    Doble de besos.

    ResponderEliminar
  28. Ya está dicho todo, pero no puedo dejar de reflejar mi admiración por la manera en que nos muestras ese retrato, por desgracia, tan cotidiano.

    Besitos

    ResponderEliminar
  29. Gracias Elysa, se hace lo que se puede.

    Besos volados.

    ResponderEliminar