Tomada de la red |
Para Mª Jesús, que si se lo propone, puede hasta con un torero.
Mi rubia del redondel, qué brillo no llevarías, que al rematar unos pases con una media verónica, me quedé como alelado mirándote, como una diosa, de pie en la grada. Y me entró tal arrojo, que me puse manos a la faena dando lo mejor de mí mismo, desde que tomé la alternativa.
Naturales, faroles, chicuelinas, gaoneras, largas, y el remate de pecho. Me empleé a fondo. Sólo por ti, por conseguir tu respeto, tu admiración, mi rubia del redondel. Que ni tu nombre sé. Y me arrimaba y acariciaba al astado. Arriesgando. Que ni quería retirarme en la suerte de varas, para que el picador hiciera sangrar al toro con la puya. Cité al toro para ponerle las banderillas mientras sentía el fuego de tu mirada en mi espalda, y me decía: éstas por mi rubia del redondel. Mi traje rosa y plata manchado de sangre de tanto arrimarme al bravío. ¡Qué coraje le eché!
Luego llegó la hora de entrar a matar y, por primera vez, en lugar de a la Virgen de la Macarena, me encomendé a ti, mi rubia del redondel. Un estocazo hasta el fondo y el toro dobló las patas delanteras y cayó como fulminado por un rayo. Entonces te miré, el pecho henchido de satisfacción y orgullo, y te vi allá arriba quitándote la rebeca para dejar a la vista de todos tu camiseta con las letras en rojo: “No a la tortura de animales”.
Se me cayeron los palos del sombrajo, mi rubia del redondel. Vi cómo te ibas de la plaza y fue como si me quedara más solo que la una y eso que estaba rodeado de gente que agitaba sus pañuelos. Ni oreja, ni rabo quería yo. Salí de allí con el moco más caído que un pavo en Navidad.
Y desde entonces te ando buscando. He recorrido todas las asociaciones antitaurinas, preguntando por ti. De momento nada, no consigo encontrarte, pero sé que más temprano que tarde daré contigo y ese día, por éstas, que echo la rodilla al suelo y te recibo a porta gayola. Y si hace falta dejo el toreo. Todo por merecer tu respeto, todo por conseguir que me quieras. Esa será mi mayor faena, mi rubia del redondel.