El editor fue muy claro: a los lectores no les gustaban las tragedias, no se identificaban con las víctimas. Así que borró guerra y puso discusión. Quitó injusticia y escribió diferentes puntos de vista. Envió a la papelera muerte y tecleó heridas. Sin embargo... El escritor sonrió. Entre zapato y pie, dejó el dolor camuflado.
El buen escritor siempre encuentra algún r4esquicio por el que colarse. Muy bueno ese tira y afloja.
ResponderEliminarAbrazos
Me gusta sobre todo tu originalidad, Lola.
ResponderEliminarEste micro es una muestra evidente.
El escritor es el dueño de sus palabras, de eso no hay ninguna duda.
Un beso sin camuflajes.
Lola, no sé que fuerza tiene un editor, pero por lo que veo aquí, mucha, tanto que poda a diestro y siniestro una obra. Pero mientras se cobre, ¿no?
ResponderEliminarMe ha gustado esta partida de ping- pong.
Un abrazo editable.
Toda una declaración de intenciones. En eso consiste escribir: en hallar los subterfugios para asomar a la punta de la boca del lector esa palabra, sin tan siquiera llegar a pronunciarla. Tal y como tú haces. Genial.
ResponderEliminarAbrazos.
Muy bien escrito.
ResponderEliminarM encantó el final.
El escritor, desde luego, sabe cuándo, cómo y dónde concede. Y por qué.
ResponderEliminarAdemás, creo, este editor se equivoca. En las antiguas gradas del teatro griego vemos espectadores sobrecogidos ante la tragedia que se representa.
Un abrazo
Jajaa, Lola, :-)
ResponderEliminarEn esos malabares hay que estar cada día, la sinceridad descarnada es hiriente... pero una cucharada de azúcar ayuda y a veces puedes dejar el ingrediente sincero (y amargo). Aunque soy malísima cocinera, claro, a mí me pillan siempre ;-)
Muchos besos de finde, guapa
Mucho mejor que cualquier reflexión, Lola.
ResponderEliminarAbrazos.
Es claro que con tanto cambio, quedó pendiente el título de la obra, y nada tuvo que ver el resultado con el propósito de quien creyó encontrar las más apropiadas.
ResponderEliminarOriginalísimo microrrelato con la intención manifiesta de que lo que vale es vender. Y original también ese pequeño triunfo del escritor con el que terminas.
Un abrazo Lola.
Gracias chicas y chicos por contestar.
ResponderEliminarGemma era un poco de crítica a los corsés que a veces intentan ponernos a quienes le damos a la tecla.
MJ, supongo que los escritores de la época de Franco y sus censores, tendrían que hacer malabares para colar algo decente en sus textos.
No sé Nicolás, si merece la pena dejarse podar por un editor sólo por cobrar.
En la punta de la boca, Agus, tenemos siempre palabras pujando por salir. A veces tienes que darles una vuelta de tuerca para que cuelen.
Me encanta que te encante el final del micro, Daniel.
Ya, Patricia, pero las modas son las modas. Y si no se lleva porque te cruje el alma, la tragedia, pues hagamos drama. Como mucho.
Claro, Rocío, no hay que confundir sinceridad con desconsideración. Esto último está de moda. Cuando no sabemos cómo defendernos, sobre todo cuando lo que sostenemos es indefendible, recurrimos al insulto. Y si es machista, pues mejor porque se nos llenan los genitales de testosterona. Aunque, cuidado, se corre el riesgo de que revienten y anden las criadillas por ahí desperdigadas.
Me alegra de que lo veas así, Susana.
De pequeños triunfos están hechos los grandes cambiios, Laura.
Mil abrazos a repartir.
Qué triste debe ser escribir bajo la tiranía de las ventas.
ResponderEliminarGenial, Lola, como siempre.
Un abrazazo.
En manos de este editor, el gran Tolstoi habría publicado "Discusión y Sosiego", convirtiendo la novela en un microrrelato intenso.
ResponderEliminarExcelente micro, Lola. Agudo, crítico y reivindicativo.
Un abrazo.
Triste y desesperanzador, Miguel Ángel, porque el escritor difunde el pensamiento y si éste está amordazado, ¿qué nos queda?
ResponderEliminarMuy bueno, Pedro lo de "Discusión y sosiego".
Par de abrazos domingueros.
Palabras, para hilar fino o para desanudar un malentendido; para ir más lejos de lo que se hubiera querido o quedarse tan rácano de sentimientos como una minifalda encogida. Para el roto y el descosido.
ResponderEliminarAguijones como puñales en el alma de una conversación, o ungüento para la herida que no acabó de cerrar después de hacerse daño.
El último responsable siempre será su dueño, que las hila a sabiendas de que nunca serán neutrales.
Una gran responsabilidad, no solo al escribir, también al hablar.
Dan mucho de si tus microrelatos y algo de inquietud, alguna vez, cuando nos dan una pincelada propia que nos fulmina.
Nunca serán neutrales, insisto, ni las palabras ni los pensamiento que suscitan a cada cual.
Mi cariño
Querida Cora, has dado en el clavo con esa capacidad que tienes para ver más allá, o entre, las palabras. Efectivamente, lo que se dice, lo que se escribe, nunca es neutral, siempre está al servicio de, o en contra de.
ResponderEliminarGracias por dejarnos tan profunda reflexión.
Abrazos comprometidos.
LO que más me gusta: esa frase final. El escritor debe contar, pero también mostrar y porque no concienciar y encontrar la manera de rebelarse contra modas y comodidades.
ResponderEliminarBesitos
De acuerdo entonces, Elysa. Vamos a ver si lo conseguimos.
ResponderEliminarAbrazos a la vista.
Siempre nos quedará ese hueco por el que decir lo que nos plazca, lo que queramos. Ahora que se lleva lo políticamente correcto...
ResponderEliminarAbrazos
Ah, eso de escribir a la carta... pero claro, las lentejas son las lentejas. Y muy bueno el punto de vista.
ResponderEliminarAbrazos
Entre líneas, Lola, siempre asoma la verdad, no importa cuál sea.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hubo un tiempo en el que la censura metía tijeretazos a las películas. El otro día vi una de Billy Wilder -Qué ocurrió entre mi padre y tu madre- en la que había dos secuencias en las que los diálogos no habían sido doblados al castellano en su día, 1972, ya que entonces no fueron mostradas al público: las dos únicas secuencias en las que se veían dos tetas y un culo.
ResponderEliminarAhora esas cosas ya no se censuran. Las importantes, en cambio, se siguen camuflando. Hay mentiras que nunca cambian...
Besos.
Se lleva y mucho, Rosana, el manitrepababosete.
ResponderEliminarLentejas que acabaremos, si no ponemos pie en pared como decía mi abuela, comiento con bicho, Anita. Dale tiempo.
Así escribimos a veces, así nos leen, José Manuel, los que nos van cogiendo el pulso.
Lo has bordado, Alberto. Meten culos y tetas a mogollón, carnaza de fútbol y otras toxicidades, pero lo importante lo arrancan a dentelladas.
Abrazos nocturnos para todos.
Aquí es donde aparece: "muestra, no digas", que nos indican en los talleres. El problema es que al final el editor (censor) sabe lo que hace, pues con tanto futbol los lectores no piensan. Hay muchos que dicen que los profesores trabajan 18 horas, porque lo ha dicho el censor. En fin, hubo una época el la que el "entre líneas" era la clave.
ResponderEliminarHay relatos para leer entre líneas y otros que no. Depende, Ximens, ¿no crees?
ResponderEliminarAbrazos virtuales.
Hola,preciosas y profundas letras van desnudando placidamente la pura y genuina belleza salvaje de este blog, si te va la palabra encadenada, la poesía, te espero en el mio,será un placer,es,
ResponderEliminarhttp://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
gracias, buen día, besos agrestes...
Muchas gracias por pasarte por aquí, don Vito.
ResponderEliminarTe devolveré la visita en cuanto tenga un ratito.
Abrazos, varios.