El abuelo manoseaba a menudo una moneda, dentro del bolsillo del pantalón. Cuando me muera será tuya, decía al preguntarle qué tenía ahí, pero nunca me la enseñó. Pasaban los años y comencé a impacientarme. El día que murió, papá dijo que podía quedarme con algo suyo. Entre un reloj de bolsillo, el chisquero y la petaca, sobre la mesa brillaba la matrona Hispania con un ramo de olivo en la peseta de plata. No quise nada
Duro relato. Darte cuenta que los que quieres no son lo que parecen.
ResponderEliminarBesos desde el aire
La guerra es dura, la postguerra también. Gracias, Rosa.
ResponderEliminarBesos pacíficos.
Esta pieza duele, Lola. La relación entre el nieto y el abuelo, el trasfondo de la guerra y el sentimiento de culpa que aflora en el cierre, son suficientes para aglutinar el sentir y el dolor de toda una época. También me encanta como defines el paso del niño al hombre con esas tres palabras finales. Quiza, lo más duro. Habilidad, técnica, talento, emoción. Aquí se aprende y mucho.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Como siempre, Agus, das en el clavo con tu análisis de un relato de deseos y culpas que arrancan del corazón de la guerra.
ResponderEliminarPuñado de besos agradecidos.
Después del comentario de Agus, muy acertado como siempre, poco se me ocurre. Decirte que en tan mínimo espacio hay tanta historia de dolor y humillaciones es poco. Sólo decirte que pasar por aquí es garantía de leer una buena historia.
ResponderEliminarBesos
Lola ¡Enhorabuena por el relato y por la mención! ¿Aún puedes ser ganadora? Sí es así, suerte.
ResponderEliminarEl relato ya lo leí en la página, me gustó mucho y me inquieto. La guerra dejó muchas heridas que no se pudieron explicar y tú has querido mostrar, consiguiéndolo, una de ellas.
Un abrazo muy grande y pacifico.
Muchas gracias, Elysa.
ResponderEliminarBesos al cubo.
Enhorabuena. Un micro duro y buenísimo.
ResponderEliminarNo me enteré de este certamen...
Un saludo indio
Gracias Nicolás. No, el concurso ya se ha acabado y no gané. Me gustó mucho el del arroz con leche, uno de los ganadores.
ResponderEliminarBesos triples.
Muchas gracias, Indio. Hay tantos que no nos podemos enterar de todos.
ResponderEliminarMil besos.
Qué gran texto, Lola!
ResponderEliminarMuy merecido finalista.
Me tomo de un comentario tuyo: sí, a veces la posguerra es tan dura como la propia guerra ...y es necesario madurar muy pronto para soportarla.
Besos
Ay, Lola, si es que no paras... ¡enhorabuena! ;)
ResponderEliminarEl micro me ha dejado un tanto tristona por esa relación abuelo-nieto tan desavenida finalmente :S
Besos pacíficos ;)
Estaba escuchando ayer u hoy el podcast de La ventana del viernes pasado, y decía Millás que el corazón de los micros está en la periferia. Cuando hoy he leído tu micro con más calma (lo había leído de una forma un tanto distraída), se me ha aparecido de manera fulminante la frase de Millás. Todo el dolor de este micro, toda la carga dramática, se filtra a través de los silencios. Qué cosa tan terrible habrá en esas palabras que nos hurta el narrador para que ya no quiera la moneda de su abuelo. El título nos orienta, y la peseta con la matrona Hispania -acuñada por los republicanos- que rechaza el nieto adulto desliza lo que quizás sea la médula de este tipo de conflictos armados: la entraña cainita de cualquier guerra civil.
ResponderEliminarEs un microrrelato perfecto de ejecución cuyo fondo proyecta una reflexión compleja que está en nuestro acervo cultural.
Además, enhorabuena por el reconocimiento. Sobre los microrrelatos premiados, pues a mí no me convence ninguno. Pero debo estar maniático de paladar últimamente.
Por cierto, yo también concurrí, muy al final: a ver si lo cuelgo en los próximos días.
Abrazos, admirados, como siempre.
Felicitaciones, Lola. Es un micro excelente en contenido y ejecución. El cierre es de una contundencia notable.
ResponderEliminarUn abrazo admirado.
Gracias, Patricia. La guerra, como dicen, saca lo peor de las personas.
ResponderEliminarHola, Marina, ¿zambulléndote en los blogs después de buenos resultados académicos? Eso espero.
Iván, dices a veces que te pasas poco por los blogs, pero cuando lo haces, te curras tanto los comentarios que valen por todos los que no haces. Gracias, mil.
Muchas gracias, Mónica, por tu comentario tan generoso.
Puñado de besos a repartir.
En cuanto lo leí entre los finalistas me gustó. Tiene ese toque "Lola", de la importancia de pequeños detalles y como te dice Iván de los silencios. Y el final es excelente porque si ya no tienes a la persona, sus pertenencias son como cáscaras vacias, además de esa culpa tan marcada cuando somos niños.
ResponderEliminarBesos y más
Sí, Lola, estoy intentando ponerme poco a poco al día, que tengo la blogosfera con telarañas. Los exámenes no han ido mal, ya sólo me quedan 3 asignaturas para acabar la carrera ^_^
ResponderEliminarDeséame suerte para septiembre ;)
A mí lo que me parece terrible es la codicia del nieto, que pasa por encima de la longevidad del abuelo, que quisiera podarla cuanto antes -"Pasaban los años y comencé a impacientarme"- con tal de hacerse con el codiciado -por oculto- tesoro...
ResponderEliminarY el final, "tanto esperar para esto"... He aquí lo que vale una vida para un desencantado heredero.
Besos.
Besos.
Lola, qué bueno
ResponderEliminarAl nieto le llegó la edad del juicio, y de separarse de su abuelo. Más tarde, en algún momento, quizá podrá plantearse qué le llevó al abuelo a eso. Me parece tan dura la guerra, la posguerra, todo... uno desearía tener unas raíces limpias, no se sabe si por orgullo o por no heredar esos miedos.
Me gusta que sugieras, con el título, con la moneda.
Un abrazo
Eres única para identificar autorías, Rosana. Enseguida ves el toque personal de cada uno.
ResponderEliminarMarina, tú no necesitas suerte para aprobar, estoy segura de que en septiembre las liquidas con tu buen hacer. Habrá que mojarlo ¿eh?
Alberto, has dado en el clavo con un buen martillazo. Si es que donde pones el ojo...
Sí, Anita, los títulos hablan a veces pos si solos.
Besos agradecidos a repartir.
Genial, sencillamente, fantástico este micro. No se puede decir más con tan poco.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo.
Gracias, Mercedes. Bienvenida al blog.
ResponderEliminarBesos pareados.
Un micro de los de vértigo. Yes.
ResponderEliminarEnhorabuena por la selección, Lola.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
Gracias, Pablo, por meterte en la batidora.
ResponderEliminarBesos vertiginosos.