9/6/11
VACÍO
No voy a llorar, lo prometo.
Sólo déjame estar aquí.
Cogerte de la mano.
Y si la congoja me ahoga,
en seco tragaré esa bola amarga.
Yo vigilaré si acaso duermes.
Como cuando dibujaba tu cuerpo,
con un dedo húmedo,
desde los pies de la cama;
y la imaginaba acurrucada
en el hueco de tus caderas.
Y sentía.
No paraba de llorar.
No parabas de reír.
Nos movíamos livianos
por la vida.
Su vida.
Nuestra vida.
No digas que no fue eso.
Ni se te ocurra.
Sí, lo merecía.
Merecía este castigo.
Seguí sonriendo a la placa transparente,
como un estúpido,
cuando el de la bata blanca
dictó su condena:
arrancarme de cuajo el sentimiento.
Para siempre.
Volveré a estar en alquiler.
A tanto el cadáver.
Será gratis para el de la bata blanca.
En cuanto acabemos con esto.
Nada más dejar libre el hueco en tus caderas.
Y si quieres,
yo también me marcharé.
Pero ahora, déjame estar aquí.
Te prometo que no voy llorar.
Qué gran agujero negro que dejan las pérdidas.
ResponderEliminarAbrazos desde el aire
Estremecedor, Lola. Terrible
ResponderEliminarPor suerte no soy yo quien prometió no llorar...
Un beso enorme
Lo has cogido muy bien desde el aire, Rosa.
ResponderEliminarSí, suerte no tener que prometer no llorar. Al menos no a menudo, Patricia.
Besos agradecidos a las dos.
Estremecedor. Despiertas a todos mis fantasmas con esto de las pérdidas.
ResponderEliminarUn besazo.
Acabo de aprender un nuevo verbo, excular. Al escribir la verificación de la palabra que me permitirá dejarte este comentario. EXCULA, me ha exigido la red. Y quisiera complacerla, pero no sé cómo.
ResponderEliminarPerdón por la digresión. Yo lo que venía a decir es que menos mal que no te gusta la poesía.
Escribir con las tripas encogidas. Muy bueno. Besos.
Me gusta pensar, quizás sea utópico y falso, que hasta en el dolor más extremo hay una ceniza de belleza, de felicidad, algo que siempre fue, es y será. Me gustó mucho, Lola.
ResponderEliminarAbrazos, besos y buen finde.
Dicen que cuando algo se pierde también se gana algo. No siempre es así, pero a veces ocurre. Tomátelo por ese lado, compañero.
ResponderEliminarMe gustó el verbo excular, Alberto, creo que me lo voy a quedar. También me gustó lo de escribir con las tripas encogidas. Se aprende mucho leyéndote. Siempre.
Eso es porque ves la vida desde la orilla de la esperanza, Agus.
Puñado de besos a repartir.
Soy un analfabeto poético, Lola. Sólo puedo decir: me gusta.
ResponderEliminarAbrazos ¿con camisa de fuerza?
PABLO GONZ
Yo también, Pablo. Esto es un pronto que me dio.
ResponderEliminarAbrazos con doble camisa de fuerza, claro que sí.
Me gustó el poema escrito desde el punto de vista del hombre. Y esa prohibición de llorar que le impone la mujer, lo hace más duro aún.
ResponderEliminarBienvenidos tus poemas, Lola.
Abrazo fuerte.
Cierto, Mónica, siempre ponemos la prohibición en boca del hombre, pero a veces somos nosotras las que fomentamos el estereotipo.
ResponderEliminarBesos de finde.
No conocía tu faceta de poeta, Lola. Me ha gustado, deberías explotarla más viendo lo bien que se te da. Besos.
ResponderEliminarNo me veo yo explotando poesías, Manu, aunque sí reventándolas. Gracias por mirarme con esos ojos tan líricos.
ResponderEliminarAbrazos a puñados.
Creo que, después de leer esto, voy a llorar. Las pérdidas son terribles.
ResponderEliminarUn abrazo
Te envío un paquete de clínex, Eléna.
ResponderEliminarBesos estampados en celulosa.
Y fuera llueve.
ResponderEliminarBesos, Lola
Aquí no, Tor, aquí luce el sol.
ResponderEliminarPar de abrazos.