Tomada de la red. |
PÁJAROS EN LA CABEZA
Una
tarde, mientras observaba el vuelo de los vencejos, a Mariana le nació
una idea propia en la cabeza. El padre, nada más verla, la podó con las
tijeras. Al
poco tiempo, cuando estaba en la escuela, a la hija le salió otra. « ¡Yo quiero una!», gritó una compañera al verla.
Comenzaron a brotar en todas las niñas del pueblo. Y aunque tardaron un poco más en llegar, al
final también germinaron en las madres. A
pesar de los esfuerzos de los hombres por extirparlas, las ideas se
hicieron fuertes y no hubo herramienta capaz de acabar con ellas.
A partir del minuto 42:35. Para escuchar el relato, clicar aquí
FINALISTAS DE SEMANAS ANTERIORES
INVASIÓN
Hacía un tiempo que se despertaba desarbolada. Sentada en la cama,
cruzaba los brazos sobre el pecho como si tuviera que protegerse de un
enemigo invisible. Porque estaba sola. Lo comprobaba nada más
levantarse, con un recorrido por toda la casa. Después, entre sorbo y
mordisco de tostada, mientras veía la vida bullir a través de la
ventana, volvían hilachas de recuerdos amodorrados por no sabía qué
elementos o sustancias, sombras que se acercaban a su cara, que se
movían por la habitación, livianas, sin hacer ruido. Y volvía a sentir
el frío como hoja de cuchillo en la garganta.
«Llueve mucho», dice al preguntarle dónde ha estado. Siempre con
evasivas. Ocho años «hablando» y bajo amenaza de dejarlo, pasó por la
vicaría. Nació Carlitos de la pereza que le daba ponerse el condón.
Después se quedó en el paro. Así llevamos otros siete años. Yo,
deslomada, y él sin dar palo al agua. En cuanto le digo que busque
trabajo, me sale con otra cosa. Lo último que hice por él fue guardarle
la ropa y cerrar la cremallera. Pero ahí sigue desde hace semanas,
sentado en su sillón, con los calcetines sucios y la maleta en la
puerta.